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El mejor modo de gestionar los enfados de nuestros hijos

La unidad de acción entre los padres marca límites y evita la frustración infantil l Nunca se debe ceder ante una rabieta

El mejor modo de gestionar los enfados de nuestros hijos

Se acercan las fechas navideñas y con ellas las vacaciones de nuestros hijos. Eso significa que van a pasar mucho mas tiempo en casa, además de ser los auténticos protagonistas de estas fiestas.

En ocasiones, esta pequeña mezcla de mayor contacto y eclosión emocional es el caldo de cultivo ideal para situaciones de tensión en las que el enfado en los niños y la consiguiente pérdida de control nos llevan a los padres a una situación de impotencia que dificulta mucho una gestión adecuada del conflicto. Cuando se presenta esa pérdida de control por parte de los niños, es importante tener en cuenta una serie de cuestiones:

En primer lugar, muchos de los enfados surgen como consecuencia de una percepción de frustración por parte de los niños, y ésta surge cuando los niños interpretan que algo no sale como ellos piensan que debería salir.

En definitiva, que las reglas del juego no están muy claras, es decir, los límites que los padres deben marcar no están claros e incluso a veces, aun estando claros cada uno (padre o madre) los interpreta y aplica de manera diferente. Ante eso el niño, lógicamente se rebela.

Es muy importante que las normas sean claras y que los padres transmitan una unidad de acción clara, no caer en el juego del "poli bueno y poli malo" y sobre todo que cuando esas normas se cumplan el niño se vea reforzado. Cuando el pequeño está enfadado está instalado en su cerebro emocional. Por eso, intentar razonar, hablar, dialogar desde nuestro cerebro racional, no funciona; estaríamos hablando en idiomas distintos, por tanto, no tiene sentido intentar dialogar cuando está enfadado.

Es mejor esperar a que el niño se calme. No establezcamos un diálogo emocional gritándoles o dando voces, no conseguiremos mas que incrementar la tensión del momento. Transmitiremos de manera calmada nuestra intención de hablar cuando esté más tranquilo y esperaremos ese momento. Si los niños descubren que ante una conducta que ellos realizan los padres "ceden" la usarán como herramienta o recurso siempre que lo necesiten. Si observan que cuando exageran una pataleta, una rabieta, consiguen su objetivo, habrán descubierto un filón que usarán siempre que se precise.

Si por el contrario el uso de las pataletas no funciona, dejarán de hacerlo. Es muy importante que no cedamos a los requerimientos de nuestros hijos inmediatamente después de un berrinche o pataleta.

Por último, es muy importante cuando pasa ese momento de tensión, sentarnos con el niño y hablar de lo sucedido, sin rencores, sin enfrentamientos, buscando que el niño sienta y entienda como nos sentimos nosotros cuando oímos sus gritos o berrinches.

En esos momentos debemos transmitir a los niños que también nosotros en nuestra vida diaria, nos enfadamos y nos entristecemos porque las cosas no suceden como esperamos que ocurran , pero que no reaccionamos de ese modo, pues no nos aporta nada positivo.

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