La familia de Yuheidy Vargas se había pasado la tarde de ayer peinando el monte Naranco en busca de algún rastro de la joven dominicana que llevaba sin dar señales de vida desde el pasado sábado por la noche, cuando salió de un local de copas de la calle Jesús, en el Antiguo en dirección a su casa del barrio de Pumarín tras una noche de fiesta con amigos y familiares. Su entorno cercano se había puesto en lo peor y revisaba hasta en las cunetas; sus amigas habían empapelado Oviedo con su fotografía y la Policía Nacional había iniciado un exhaustivo operativo de búsqueda ante una desaparición que se produjo "en extrañas circunstancias". Era la ausencia de una chica de 20 años "responsable y coherente", que nunca había faltado de casa sin avisar. Pero todo se quedó en un susto. A eso de las siete y media de la tarde, cuando ya había oscurecido y su familia se encontraba en casa con el corazón en un puño, Yuheidy Vargas se presentó por su propio pie en la comisaría de la Policía Nacional de Gijón con una historia que a ella misma le cuesta poner en claro.

Su tía Koraima García -con la que Yuheidy Vargas reside en Oviedo- asegura que la joven "no se acuerda de nada", que "no sabe cómo acabó en Gijón" y que tardó tanto tiempo en percatarse de todo lo que estaba ocurriendo "porque piensa que la han drogado". Lo único que se sabía con certeza a última hora de ayer es que estuvo "en casa de una mujer que conoció en Gijón" hasta el momento en el que acudió a la comisaría, tres días y medio después de que se le perdiese el rastro. Según su tía, la chica también contó "que una joven a la que conoció en el pub de Oviedo" en la que pasó la noche de su desaparición, le había dado "una pastilla" y que, según las primeras pesquisas, "pudo haber estado durmiendo en un parque de Gijón hasta que la encontró la mujer que después la llevó a su casa". Cuando recuperó la razón, Yuheidy Vargas se dio cuenta de que no tenía su bolso. Ahora, la Policía investiga si a la chica le han suministrado una droga conocida como burundanga, que suele ser utilizada para cometer "violaciones u otro tipo de delitos", como robos, al disminuir notablemente el nivel de conciencia de quienes la ingieren.

El comienzo de esta historia se remonta a la madrugada del domingo. La joven dominicana tenía que haber regresado entonces a su domicilio del barrio de Pumarín tras una noche de fiesta. "Nunca hace nada sin avisarnos. Si alguna vez va a dormir a casa de una amiga o hace algo fuera de la rutina normal nos pide permiso primero", aseguraba Koraima García horas antes de que apareciese su sobrina. A Yuheidy Vargas se le perdió la pista a las cinco y media de la mañana del domingo. A esa hora decidió irse a casa después de haber estado toda la noche bailando un local de la calle Jesús junto a dos de sus tíos y algunos otros amigos. El resto de sus acompañantes siguieron de fiesta, pero ella "había tomado unas copas" y quiso ir caminando hasta su domicilio, situado en la calle San Ignacio de Loyola, en Pumarín. "Le dije que me esperase, que la llevaba yo en mi coche, pero no me hizo caso. Aún así fui a por el coche para tratar de volver a convencerla, pero cuando volví ya no estaba", afirma Yoermary Silva, una amiga de la joven.

A partir de ese momento, ni rastro de Yuheidy Vargas. Cuando sus familiares llegaron a casa vieron que la chica aún no estaba y el domingo por la mañana comenzaron a preocuparse. "Durante todo el domingo la estuvimos llamando al móvil y tenía señal, pero nadie lo cogía", explica Koraima García. Tampoco había actualizado sus redes sociales y la hora de su última conexión en el Whatsapp no se había movido desde el sábado por la noche. "El lunes su teléfono ya no daba llamada y entonces acudimos a la Policía", señala Billy García, su otro tío en Oviedo. Los miembros de la Policía Judicial que llevan el caso llegaron a tomarle declaración a su novio, otro joven dominicano que el sábado no había salido al encontrarse enfermo.