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La constructora Procoin y Santagadea, motores para salvar la parcela maldita

Desde que en 1989 el entonces alcalde Antonio Masip decidió el derribo de la estación del ferrocarril vasco-asturiano, la parcela resultante ha sido objeto de numerosos planes que, uno tras otro, se fueron al traste: una sede para la colección Masaveu, la Facultad de Bellas Artes, un palacio municipal, tres torres de pisos diseñadas por Calatrava, el Palacio de Justicia y, finalmente, pisos y centro comercial. Fracasados uno y otra vez, el único que llegó a poner en marcha la ejecución fue el proyecto de seis torres de viviendas y una galería comercial. Los pisos comenzaron a venderse en 2011 pero la crisis económica dejó al proyecto herido de muerte. Dos años después, las obras quedaron paralizadas y al año siguiente, con el concurso de acreedores de Vasco XXI, el conjunto pasó en su totalidad a manos del Banco Sabadell. Ahora, un consorcio de siete empresas toman las riendas de una parcela que parece maldita. Al frente del grupo, la constructora asturiana Procoin, socio estratégico del proyecto, vinculado especialmente a la parte técnica del mismo. Con ellos, el Grupo Santagadea Gestión, empresa que gestiona los bajos del estadio El Molinón, en Gijón, propietaria allí del Talasoponiente y que recientemente ha comprado el hotel Castillo del Bosque La Zoreda, en La Manjoya, y el parador de Pajares. Con ellos, participan las promotoras con sede en Oviedo Mayers y Gestinor, y las inversoras o sociedades de gestión de patrimonio, Domus Capital, Exiom Real Estate y Sotiello XXI, las dos últimas también asturianas.

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