"Aquí hay entre 150.000 y 200.000 estorninos fácilmente". El especialista en control de aves Luis Miguel Reguero no fue el único que ayer miró al cielo en el Campo San Francisco a eso de las seis de la tarde. Decenas de personas hicieron lo mismo desde el estanque de los patos; padres e hijos de corta edad y algún que otro viandante que más que caminar pasó corriendo tapándose la cabeza. Los pájaros volaban en un aparente sinsentido y salían de los árboles a miles. Lo que también salía en cantidad eran sus excrementos. Manchas blancas aquí y allá teñían el suelo y estropeaban abrigos de incautos que maldecían por lo bajo su mala suerte. "Mira papá, ese señor es como un cazafantasmas", dijo un crío más fascinado por la presencia de Reguero que por los pájaros. Y tenía su parte de razón. Luis Miguel se encargará de espantar a los estorninos en los próximos quince días con un ahuyentador de pájaros colgado del hombro (un sistema dotado de altavoces) y su fiel compañera "Alvarita", un águila de Harris que volará en círculos.

Las sesiones serán siempre a la misma hora, desde las seis de la tarde hasta las dos o las tres de la mañana, y el objetivo es agotar a los estorninos hasta que se vayan por desesperación. El especialista viene de León y trabaja en Locus Avis, que es la empresa que el Ayuntamiento ha contratado por 13.000 euros -como ya hizo el año pasado- para librarse de los molestos pájaros. "Alvarita" no debutó ayer, pero está preparada para hacerlo en cualquier momento. Sólo hay que quitarle el capuchón y echarla a volar.

"Esto lleva un proceso de conocimiento mutuo entre los estorninos y nosotros. Primero vamos probando con sonidos que les van a poner en alerta. Por ejemplo, de otras aves de presa. Observamos su reacción y después soltamos a "Alvarita", que ya es una amenaza real aunque nunca les vaya a atacar. Sólo vamos a espantar a los estorninos", matiza Reguero.

El especialista de Locus Avis cree que quince días serán suficientes para acabar con el problema. Al menos con la mayor parte de los estorninos. "Pueden quedar bandos residuales, pero haremos visitas cada dos semanas para reforzar el trabajo".

Los estorninos llegaron a Oviedo hace unos veinte días y al igual que en 2015 eligieron el Campo San Francisco para establecerse. Con ellos llegaron la suciedad y los malos olores, que finalmente desembocaron en el malestar de los ovetenses e incluso de los trabajadores del servicio de Parques y Jardines y de Limpieza, cansados de encontrarse cada mañana con un manto blanco difícil de eliminar.

El frío de días pasados pareció dar una tregua, aunque no duró mucho. Las cálidas temperaturas atrajeron de nuevo a los estorninos para desesperación de todos. "Son pájaros que suelen venir del norte de Europa huyendo del frío y pasan el invierno en un entorno más caliente donde además no hay problemas de comida", explica Luis Miguel Reguero, que también tendrá que desplazarse a otras zonas de la ciudad.

Los estorninos también han sido vistos últimamente -aunque en menor número- sobrevolando el Parque de Invierno, el Campillín y el campus universitario de Los Catalanes. Llamaquique y Buenavista estaban en eta lista el año pasado, pero parece que esta vez se han librado.

Preguntado por si el número de pájaros es excesivo -entre 150.000 y 200.000- el experto en control de aves responde que no. "El número asusta, aunque entra dentro de lo que ya hemos visto. El año pasado hubo la misma cantidad de estorninos en Oviedo y logramos ahuyentarlos. Hay que tener paciencia". Hoy habrá segunda sesión pública de espanta pájaros en el Campo.