"Teresita" tiene 25 años, toma antibióticos por una infección en la boca, hace días que no come, le recetan vitaminas, tiene problemas de piel y está algo estresada por una mudanza. Esta boa constrictor de veinte kilos y cuatro metros de largo llegó hace tres semanas al núcleo zoológico de San Esteban de las Cruces procedente de Galicia. Su dueño la mantuvo en un terrario que tenía instalado en el bar que regentaba en Lugo -un auténtico espectáculo para la clientela-, pero al jubilarse y cambiar de domicilio a un apartamento de 30 metros cuadrados con su mujer, se dio cuenta de que los tres no cabían en la vivienda. Entonces pidió ayuda a una protectora de animales exóticos y éstos se pusieron en contacto con el núcleo zoológico de Oviedo. El propietario del espacio, Gonzalo Rubio, aceptó la propuesta de acoger a la serpiente en su terrario, una zona acristalada con zona caliente y fría, y protegida por una valla metálica.

"Llegó sin nombre y le puse 'Teresita' porque es una hembra y me parecía bonito". Rubio está encantado de tenerla allí, pero aclara que no vendría mal que alguien la apadrinara. Ese es un procedimiento habitual en el zoo, sobre todo si un particular lleva un animal porque no puede hacerse cargo. "Cinco euros al mes es la media y contribuye a la compra de comida y al tratamiento veterinario", explica el dueño del núcleo zoológico, que cerrará la temporada de cara al público el próximo fin de semana y retomará su actividad el 1 de marzo.

"Teresita" está en plena muda de piel y por eso no come. Ya ha pasado varios chequeos en los que le detectaron la presencia de bacterias en la boca que, de no tratarse a tiempo, podrían pasarle al sistema respiratorio. "Está delicada, pero controlada", matiza Rubio, que ya prepara el pedido de comida para cuando mejore: cobayas y conejos. Una empresa especializada prepara el pedido congelado. En San Esteban de las Cruces prefieren no servir animales vivos como hacían en Galicia. Y es que "Teresita" aprieta, mata y come.