Julio López y su hija Cristina atraviesan un atípico proceso de duelo en el que cada día se preguntan si ellos o los implicados en la búsqueda de Álex y Emilio -el primero, hijo y hermano, y el segundo, hermano y tío- podrían haber hecho más por encontrarlos en el mar desde que desaparecieron hace siete meses a bordo del velero "Sirius". Lucharon hasta la extenuación las semanas que siguieron al 2 de mayo, cuando supieron que el barco que sus seres queridos llevaban de Cannes a Mallorca no había llegado a puerto. Centralizaron la búsqueda por el Mediterráneo en el golfo de León y luego la ampliaron a Mallorca, Menorca e incluso Cerdeña. Salvamento Marítimo investigó activamente durante tres días y mantuvo la alerta otros cuatro, pero ellos lograron que se avisara a las embarcaciones dieciséis jornadas más iniciando una cruzada particular que les llevó a sobrevolar las aguas hasta finales de junio.

Una campaña solidaria a través de la plataforma change.org les permitió financiar una misión que incluía precios como 12.000 o 13.000 euros por dos días de alquiler de avioneta. Finalmente, nada. Ni una sola pista. "Estamos igual que el primer día. Perdimos la esperanza", reconocen.

Cristina ejerció de portavoz familiar y movió cielo y tierra hace siete meses para conseguir información de primera mano. Llamó al consulado de Francia y al de Argel en un intento por conocer la estrategia de búsqueda internacional antes de recibir los informes de Salvamento Marítimo, y participó en la organización de concentraciones y campañas solidarias. Ahora ayuda a los suyos a iniciar los trámites para declarar oficialmente el fallecimiento de su hermano, de 40 años, y de su tío, de 54. Un juez estudiará el caso y previsiblemente autorizará el certificado de defunción. "Ya gastamos el último cartucho, la búsqueda está parada y nos toca arreglar los papeles. Ojalá algún día los tengamos que romper, pero es una posibilidad remota".

El padre de Álex y hermano de Emilio supone que naufragaron, aunque le queda la duda de si el fatal accidente ocurrió en las primeras 48 horas de viaje -como defiende Salvamento Marítimo- o si fue después cerca de Cerdeña, lugar al que irían en caso de tener algún problema porque las previsiones meteorológicas entonces no eran buenas. "Era un trayecto sencillo de doscientas y pico millas en línea recta desde Cannes hasta Mallorca. En dos días estaba hecho".

Un amigo de Álex desveló a la familia los planes alternativos que tenían sobrino y tío para desviarse a la isla mediterránea en caso de encontrarse en dificultades. "Por eso insistimos mucho en que había que buscar en Cerdeña y no sólo en el golfo de León", comenta Cristina mientras su padre consulta con calma el teléfono móvil. "Aquí está, este es el último mensaje que tengo de mi hijo". Julio relee el texto del wasap con fotografías adjuntas: "Estamos por Cannes. Todo bien. Estamos para salir. No tenemos teléfono, sólo internet". Dos imágenes del "Sirius" atracado en la localidad francesa bajo un cielo grisáceo plagado de nubes lo confirman. En una de ellas aparece Álex revisando el velero. Emilio hizo la foto el 28 de abril, el día antes de poner rumbo a Mallorca.

Iban en una embarcación imponente y clásica hecha de madera y usada para competir en regatas de la que no se ha encontrado resto alguno. "Ni una vela, ni un palo, ni un chaleco" , matiza Julio, que cruzó varias veces el Mediterráneo y el Atlántico con su hermano y con su hijo, expertos marineros. "Los dos tenían muchas millas a la espalda".

El propietario del "Sirius" les había contratado para transportar el barco a Cannes en plena temporada deportiva. La familia de los desaparecidos habló con él varias veces. Al principio para saber los detalles del viaje y al final para gestionar los seguros. "Queríamos saberlo todo, si los chicos habían salido con premura, si se habían puesto en contacto con él, si habían hablado de la ruta... Las dudas nos mataban". Cristina explica que a su familia -"y a cualquiera que esté pasando por una situación similar de incertidumbre"- nada les parecía suficiente.

En cierto modo, la demanda de información lo era también de apoyo moral. Algo que recibieron a raudales de su entorno y gente anónima, pero que no tuvieron en otros ámbitos. "Echamos en falta tacto y humanidad del Gobierno, quizás fue por el rígido protocolo de búsqueda, pero también necesitábamos cercanía", cuenta la hermana de Álex. Las declaraciones que el delegado del Gobierno hizo sobre la búsqueda de Álex y Emilio a los pocos días de comenzar el operativo hicieron daño a la familia. "Dijo que teníamos que dejarnos de especulaciones y asumir la realidad. Fueron unas declaraciones esperpénticas de Gabino de Lorenzo que oímos en la radio poco después de que las hiciese en un acto que nada tenía que ver con la desaparición en el mar (la celebración de los 25 años de la Unidad de Intervención Policial, UIP, en el cuartel de Buenavista). Realmente estaba respondiendo la pregunta de un periodista, pero podía habernos dicho lo mismo, más suave, con una llamada de teléfono o una entrevista personal. La conclusión que saco es que no todos las personas con puestos relevantes saben manejar el lenguaje emocional. Y es necesario".

Emilio López vivía en Tenerife y Álex en Oviedo. A estas alturas estarían preparando las reuniones familiares de Navidad. El menor de los dos solía trabajar por temporadas en verano y aprovechaba los últimos meses del año para quedarse en la capital asturiana con los suyos. Su padre y su hermana bajan la mirada al hablar de Nochebuena o de la cena de fin de año. El vacío será demasiado grande.