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Los otros profes | Los auxiliares educadores

Una guía para el día a día en el cole

Las auxiliares educadoras acompañan a los niños con necesidades especiales para ayudarles a seguir las clases o a ir al baño y facilitar su jornada en el centro

Ana María Álvarez con uno de los niños del Ángel González. I. COLLÍN

Les reciben cada mañana, desayunan y comen con ellos, les ayudan durante clases y les llevan al baño. O a donde necesiten ir. Siempre están ahí para ellos. "Es una labor de acompañamiento y apoyo". Ese es el trabajo de auxiliares educadoras como Ana María Álvarez, quien cada día hace de guía para dos alumnos de tres y cuatro años en el colegio Poeta Ángel González, en La Corredoria. Aunque no le ve todos los días, atiende también a otro niño de tres años que está en combinada y pasa parte de la semana en el centro de Latores. Se trata de niños con necesidades especiales de aprendizaje y Ana María Álvarez se dedica a que su día a día sea más fácil y se esfuerza para que puedan aprender al mismo ritmo y con las mismas garantías que sus compañeros.

"Al ser tan pequeños necesitan ayuda para todo y teniendo necesidades especiales muchísimo más", destaca la auxiliar educadora, que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en institutos de Secundaria y que este trimestre tiene su primera experiencia con alumnos de Infantil. Acompaña en el aula de tres años a uno de los niños con los que trabaja y le ayuda a tomarse el tentempié de media mañana. Para que no tenga problemas a la hora de desempaquetar los alimentos, por ejemplo. El niño, que tiene problemas motóricos y de lenguaje, balbucea mientras extiende las manos en su dirección para atraer su atención. "No, claro que no estoy enfadada", responde ella acercándose. "¿Te vas a portar bien?", le pregunta en tono cariñoso antes de darle un beso en la mejilla. Su relación es muy cercana debido al trato continuo que tiene también con los padres. Se comunican constantemente para saber cómo ha pasado el día o la noche. Si ha ido al médico o comentar cualquier detalle sobre la marcha del día a día del alumno.

Durante las clases, dice Ana María Álvarez, "trato de controlarlo un poco, porque es muy inquieto". Y eso puede interrumpir la lección y repercutir en el resto de estudiantes. "Es importante que esté concentrado y llegue a hacer lo mismo que el resto de la clase", destaca para explicar después que también le ayuda a realizar las tareas y le ofrece las explicaciones extra que sean necesarias.

Este tipo de trabajo exige coordinación con el resto de profesores del centro. Se realiza una planificación y un trabajo colectivos para favorecer tanto a los alumnos con necesidades especiales como a sus compañeros de pupitre. Pero la labor de auxiliar educadora no se localiza en el aula. Va a donde van los estudiantes a los que atiende. Por eso a veces se la puede ver por los pasillos con alguno de los niños. "Si se ponen muy nerviosos los saco un poco para que den un paseín". Cuando consigue calmarles, ambos se reincorporan a la lección. Aunque a veces el motivo es otro. "Eso no es lavarse bien las manos", comenta frente a uno de los baños a su alumno de 4 años. Y el niño vuelve hacia el lavabo y se asea de nuevo. Los acompaña a todas partes. Si está atendiendo a uno de los pequeños y otro necesita algo, en un aula distinta, el personal del colegio la avisa. Y se acerca.

Contrato para un trimestre

Lo hará hasta el 22 de diciembre cuando terminará su contrato y volverá a la bolsa de empleo. Aunque su prioridad es volver después de las navidades es probable que otra auxiliar ocupe su plaza en el poeta Ángel González. "Conocí un chico en El Entrego que en 4 de ESO ya había tenido 16 auxiliares distintas". Un cambio constante que no ayuda a la educación de los alumnos con necesidades especiales, obligados a construir cada tres meses el vínculo que les une al 'profe' con el que pasan más horas. "Vendrá otra persona y tendrán que acostumbrarse a ella", dice Ana María Álvarez. Con cada cambio, además, las familias pasan por un periodo de incertidumbre. "Se pregunta quién vendrá, si se entenderán bien o si el niño estará a gusto", destaca. "Luego nunca hay problema pero sería mejor para los niños y las familias que la relación fuese más duradera". Así pasan los auxiliares educadores sus días. Al ritmo que les marcan los pequeños terremotos a los que atienden. "Es muy cansado. Llego a casa agotada porque tengo que estar muy pendiente de todo", comenta la auxiliar educadora. Y pese a ello, dice, merece la pena: "Es un trabajo muy gratificante".

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