La pobreza de los más excluidos no mejora, según el diagnóstico navideño de la Cocina Económica, un observatorio en el Oviedo Antiguo de las condiciones más severas en los menos favorecidos. La Cocina Económica ofreció ayer su comida de Navidad, a la que invita a colaboradores y benefactores de diversos ámbitos y a la que también acudieron el alcalde Wenceslao López y la concejala de Servicios Sociales, Marisa Ponga, ambos del PSOE. Por la parte municipal también acudió la trabajadora social Carmen Curto. Fueron sus anfitriones José García-Inés, presidente de la Cocina Económica, y Esperanza Romero Gallego, responsable, por parte de las Hijas de la Caridad, a las que se encomendó esta obra desde su fundación, en 1888, con el impulso del obispo Rodríguez Vigil. Durante 2016, la Cocina Económica ha dado "unas 135.000 comidas, una cifra que no ha bajado, pero tampoco ha subido, de modo que aún no se nota la mejora de la economía asturiana", comentó García-Inés, quien no obstante puso la salvedad de que "a nosotros llegan personas muy excluidas y con dificultades muy serias para encontrar trabajo, pero siempre cabe esperar que sea su entorno familiar el que mejore". Esperanza Romero detalló que distribuyen "entre 300 y 400 comidas diarias, entre las presenciales y lo que se dan para casa".