Daniel Rodríguez Díaz, gijonés, diplomado universitario en Trabajo Social y autor de los libro "Cordones para las zapatillas" y "No decidas por nosotros", publicado recientemente y en las librerías desde hace apenas unas semanas, hizo reflexionar ayer, en Oviedo, sobre el significado de la educación inclusiva a un grupo de futuros profesores. "Los docentes están demasiado impregnados en el modelo rehabilitador; yo reivindico el modelo social", manifestó Rodríguez. Éste último, el que él defiende, considera que "es la sociedad la que incapacita al individuo cuando no le garantiza la igualdad de oportunidades".

Ayer al mediodía, Daniel Rodríguez dirigió una jornada sobre educación inclusiva organizada por la academia L&O, que prepara a titulados en Magisterio para opositar, con especial atención a la diversidad. Una de sus socias, Olaya Matilla, que estuvo en la conferencia, destacó que los pilares en los que se debe asentar la inclusión social de las personas con discapacidad han de ser tres: "formación, voluntad y empatía". Defendió el "positivismo" y recomendó evitar "la queja continua".

Al final del acto, que se celebró en los locales sociales de un centro polivalente en Montecerrao, Daniel Rodríguez, respondió a las preguntas de sus oyentes, que se interesaron por su experiencia personal. "A base de pelear y reivindicar mis derechos conseguí, desde Primaria, que me respetaran: fue una batalla continúa", reconoció el autor.

Hoy en día ofrece charlas y participa en coloquios dirigidos a empresarios, familias y profesores y haciéndolo viajar por Asturias y el resto de España. "Soy trabajador social vocacional: me pasé la vida reivindicando mis derechos y combatiendo el abuso".

La publicación de su primer libro, "Cordones para las zapatillas", le abrió "las puertas a nivel laboral" y ahora Daniel Rodríguez se dedica a concienciar a la sociedad sobre "los derechos de las personas con discapacidad funcional a una educación inclusiva" y a "aportar luz a una realidad demasiada oscura" como es la de la discapacidad. "El sistema educativo suele derivar a estas personas a centros específicos a los seis años y no se respeta el derecho a la educación ordinaria", criticó.