El filósofo asturiano César Rendueles recetó ayer "humildad, modestia y generosidad" para que el materialismo histórico pueda lidiar, aquí y ahora, con la potencia de la subjetividad y la capacidad de problematizar los procesos de largo recorrido.

Lo hizo en el nuevo espacio cultural El Manglar, en la calle Martínez Vigil, en un local abarrotado y con presencia de destacados políticos de Podemos y su entorno, como Ana Taboada, Emilio Léon o Daniel Ripa, entre otros. Organizado por la asociación La Ciudadana, la presentación cumplía casi con el rito de traer al pensador a la ciudad en el periodo navideño y Rendueles, fiel a su estilo, también supo "desproblematizar" las arduas cuestiones filosóficas que están dentro de su último libro, "En bruto", que ayer se presentaba.

Al encargo de escribir un libro sobre filosofía, explicó, le siguió la idea de revisar y reivindicar el materialismo histórico mientras veía una película de dibujos animados con sus niños, "Zootrópolis". Esta producción, una especie de "utopía animal", presenta un país en el que todos los policías son grandes mamíferos y donde una pequeña conejita pretende incorporarse al cuerpo. Finalmente no sólo lo logra sino que también consigue desenmascarar una conspiración organizada por "algunos herbívoros resentidos por su baja posición en el escalafón social" que querían presentar a los grandes mamíferos como unos depredadores. La crítica saludó la película como ejemplo de la tesis de que "somos individualmente dueños de nuestro destino social", Rendueles vio, al revés, que se censuraba la idea de "actuar colectivamente para que las élites perdieran sus privilegios".

Eso, y el recuerdo del fandango que le cantaban en casa de pequeño y con el que el público le recibió ayer, a modo de regalo de Navidad, en la sala, ese que dice "conciencia / ay mare cuánta conciencia / hace falta para ver / que el marxismo es pura ciencia / y no verdades de fe / ajenas a la experiencia", le pusieron en el camino de escribir sobre el materialismo histórico. Se dio cuenta Rendueles de que "nos cuesta reconocer que hay inercias sociales e históricas que influyen en nuestra forma de actuar". Por contra, "tendemos a pensar que somos únicos, que con nosotros se rompió el molde". "Sobreestimamos nuestra capacidad de transformación y subestimamos el peso de lo heredado", razonó.

Un ejemplo, sencillo, el anuncio que Rendueles veía en el metro de Madrid que ponía "UNO" en letras grandes y debajo "número de personas que hacen falta para cambiar el mundo", cuando, afirmó, debería poner "TODOS".

La cuestión es que "frente a los espejismos idealistas", el materialismo ha tenido "mala fama". Durante su época de estudiante escuchaba todo el tiempo hablar de "materialista vulgar". "Así que yo me puse a buscar a los materialistas refinados, porque yo no quería ser vulgar, hasta que me di cuenta de que materialismo vulgar es un pleonasmo". En parte, dijo, la fama era merecida. No tanto porque todos los materialistas sean hoscos e ingenuos, sino porque "la fortaleza del materialismo radica más en su capacidad problematizadora".

Otro ejemplo. El sistema educativo premia a los alumnos de familias con más ingresos. "Eso no quiere decir que los profesores pongamos las notas mirando la declaración de la renta de los padres, pero es verdad que al final, aunque el sistema pretenda beneficiar a las familias con menos recursos que se esfuerzan, la conclusión es la contraria". "Creo que eso es el materialismo", concluyó, "problematizar esos procesos de largo recorrido".

La cuestión es que eso implica "dar cierta legitimidad al idealismo, aceptar que la subjetividad cuenta". Establecer un equilibrio entre esas dos circunstancias, que el materialismo explica mejor por qué las cosas no cambian y puede llevar a la parálisis a la espera de que se den condiciones objetivas que no llegan, y, de otra parte, admitir "la capacidad subjetiva explosiva para cambiar los ciclos", es donde situó Rendueles la conclusión de su exposición. Y aunque no tuvo recetas claras, sí planteó alguna recomendación: "desconfiar de las ciencias sociales, incluso de lo que pensamos sobre nosotros mismos. Por eso, en medio de "un mar de incertidumbre", su último consejo fue el de modestia, generosidad y tolerancia práctica para el materialismo.

Al margen de su exposición, Rendueles, analista de referencia de la nueva izquierda, ofreció a LA NUEVA ESPAÑA un análisis rápido de la actual crisis de Podemos, "consecuencia", afirmó, "de un ciclo electoral endemoniado que obligó a tomar decisiones aceleradas y dinámicas internas incompatibles con los objetivos con los que nació el partido". Según Rendueles, en medio del auge del neoliberalismo, la xenofobia y el nacionalismo en todo el mundo, España, "por un conjunto de azares históricos", tiene una oportunidad única de ser un laboratorio, más que Grecia o Portugal, "de la reacción progresista emancipadora ante este panorama". Por eso, concluyó, "la responsabilidad es enorme y los dirigentes de Podemos, todos ellos, deberían de hacer una reflexión profunda sobre lo que están haciendo, un ejercicio de irresponsabilidad brutal. La percepción generalizada es que se han perdido en peleas internas narcisistas. Y son capaces de algo más que eso", concluyó