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Luis Fernández de Travanco Valbuena | Empresario

"Antes a los amigos les hacías favores; ahora el que está a tu lado es tu enemigo"

"Mi padre sustituyó los tranvías de Oviedo por autobuses y respetamos - las líneas radiales que ya existían"

Luis Fernández de Travanco Valbuena. luisma murias

Luis Fernández de Travanco Valbuena llegó a Oviedo con quince años. Su padre tenía en Madrid la compañía Autocares Travanco, empresa a su vez heredada de su padre y de su abuelo. El imperio familiar abarcaba otros negocios como una agencia de viajes y un hotel en La Coruña. En Oviedo, el patriarca de la familia creó autobuses Traval, y se dedicó a la construcción, promoviendo un edificio de viviendas sociales para sus empleados. Fernández de Travanco siguió la estela paterna y tuvo una empresa de alquiler de coches y las concesiones de Citroën y Peugeot, entre otros negocios.

El desembarco en Oviedo. "Mi padre negociaba con un amigo suyo para hacerse cargo de la empresa municipal de transportes de Madrid. El alcalde era José Finat y Escrivá de Romaní, al que un hijo se le ahogó en un pantano, lo que le dejó muy afectado. En aquellos momentos aterrizó por Madrid Fernando Beltrán Rojo, que era alcalde de Oviedo y buscaba una empresa de autobuses para sustituir los tranvías. Mi padre decidió mandar unos autobuses para probarlos y a los pocos meses mis dos hermanas y yo, junto con mi madre, Francisca Valbuena, nos vinimos para quedarnos. Yo dejaba atrás mis años escolares y de bachiller en el colegio del Pilar, del que guardo muy buenos recuerdos. Todos los de mi promoción nos reunimos dos veces al año a comer desde el año 1959 que salimos de colegio. Entre ellos están Javier Solana, Jaime Lamo de Espinosa y Juan Luis Cebrián".

La carrera de Derecho inacabada. "En Oviedo empecé Derecho y no acabé la carrera, pero en la facultad conocí a una chica de Valladolid que se convirtió en mi mujer. María Josefa 'Popa' Martín Fernández, que sí acabó la carrera, ya casada, aunque nunca ejerció".

Aquel compañerismo que ahora falta. "En aquellos años había un compañerismo que se ha perdido. Esto es la jungla. A los amigos se les hacían favores; compartías hasta el bocadillo con quien se sentaba contigo. Ahora el que está a tu lado es tu enemigo. Y qué decir de los niños. Los padres los enchufan al teléfono o al ordenador, al que yo llamo 'cuidador automático', y problema resuelto. En este país se ha perdido la educación y el respeto, y yo diría que eso ya es irrecuperable".

Boda en Vallodolid y comienzos en la empresa paterna. "Nos casamos en 1967, en Valladolid. Yo empecé a trabajar con mi padre. Todo estaba centralizado en Bermúdez de Castro, en el edificio Traval que hizo mi padre con viviendas para los empleados. Una parte de las casas se fueron alquilando. Cuando llegamos a Oviedo vivimos año y medio en el hotel Principado. Luego pasamos a un chalé en la avenida de Galicia. Después de casados vivimos en un piso, también en la avenida de Galicia; mis padres se mudaron al lado del Reconquista. Mi madre murió muy joven y eso fue una gran tristeza para todos. En 1959 también quitamos los tranvías de Gijón, pero allí sólo estuvimos un año. En Oviedo la empresa funcionó hasta 1964 con los autobuses. La primera línea que entró en funcionamiento fue la de Colloto. Nosotros respetamos las antiguas líneas del tranvía, que estaban hechas con mucha lógica. El cambio reciente me parece absurdo. Oviedo es una ciudad radial, esa es la estructura que debe seguirse para planificar el transporte público".

Un amplio periplo empresarial. "Mi tío enfermó y mi padre, que se dedicó a cuidarle, lo vendió todo, menos las cocheras. Yo, que era el director, también me fui. En 1964 hice la mili que tenía pendiente y después puse una empresa de coches de alquiler sin conductor, la primera de Asturias, que se llamaba Valtra, con sucursal en Gijón. Me quedé con la concesión del aeropuerto de Asturias y oficinas en León y Valladolid. Llegué a tener 700 coches. Al cabo de cuatro años había 28 empresas de rent a car y cerré. Después de Valtra cogí la representación de Citroën, en Bermúdez de Castro y en Gijón. Luego hice una nave en Granda. A finales de los ochenta vendí el negocio y fundé Valtrafer, la empresa en la que estamos mi hermana y yo, ya jubilados y cuyos administradores son ahora mis sobrinas y mi hija".

El flechazo con Felechosa. "De vez en cuando subíamos a San Isidro y nos gustó tanto que compré un terreno en Felechosa. El arquitecto Ignacio Álvarez Castelao, que era amigo de mi padre, nos proyectó una casa para los fines de semana. Cuando se casó mi hija nos fuimos allí a vivir. Pero la relación con Oviedo no la pierdo. Vengo varias veces a la semana".

Orgulloso de la familia. "La familia es lo mejor que tengo. Hace un tiempo. Tengo un yerno arquitecto, una nieta arquitecta y un sobrino nieto ingeniero de Minas. Me siento orgulloso de todos ellos. Trató de vivir feliz. Soy de los que digo que no quiero ser el más rico del cementerio".

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