La Epifanía del Señor es una fiesta religiosa muy antigua. En ella se celebra la presentación de Jesús a los Reyes de Oriente que acudieron a ver al Niño cargados de regalos.
A pesar que ahora podría creerse que eran presentes valiosos, las Escrituras nos dicen que eran regalos simbólicos. El codiciado oro, regalo destinado a los reyes , reconoce a Jesús como Rey de Reyes. El aromático incienso , se ofrecía a los dioses , aclama a Jesús como Dios. Y la mirra (sustancia o perfume utilizado para embalsamar a los muertos), atribuye a Jesús su dimensión humana, susceptible al amor y al sufrimiento.
Esta celebración del 6 de enero, es una cadena de ilusión. Una cadena de mágicos momentos que perduran en nuestras mentes, de buenos y nostálgicos recuerdos : la estrella que brilla en el cielo y que solamente observábamos los días previos a la llegada de los Magos; el momento de escribir la carta con el propósito de ser mejores en casa y en la escuela. Esos deseos generosos con los demás. Nuestras esperanzas infantiles. En nuestras cartas no pedíamos sólo juguetes, también la paz en el mundo, la curación de los enfermos y el cuidado de nuestros padres y hermanos.
En el fondo de nuestro corazón queríamos los regalos pero también ser mejores.
Y por fin, la víspera de la llegada de sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, llegaba la cabalgata, los gritos a Melchor, y después a Gaspar y a Baltasar. También los villancicos y el tan español chocolate con churros en casa de los abuelos . Luego la cena y los nervios; el zapato en la ventana, los turrones que dejábamos a los Reyes y el agua para los camellos ¡Qué difícil era dormir! ¡Qué miedo! Si viniesen no nos gustaría que nos encontrasen despiertos ¡Qué desvelo!..
Y a la mañana siguiente, la puerta del salón cerrada y nuestros padres en la cama ¿Por qué duermen tanto?, nos preguntábamos. La ilusión era nuestro motor. La ilusión es algo que se construye con la cultura, con la familia. Desde la alegría y la generosidad. Cuidando cada momento, cada detalle . Los mayores nos esforzamos para hacer vivo algo que perdura en nuestro recuerdo con cariño , intentando mantenerlo con una cadena de comportamientos que desencadenan la propia situación. Tan emocionante y feliz que perdurará en nuestra mente, renovando los hechos generación tras generación. Qué fiesta tan bonita ¡Ojalá no se pierda nunca!, decía Antonio Gala. Si no se avanza recordando, se tropieza.
Estamos en el momento de elegir los regalos para los pequeños. Lo mejor es regalar algo que a los niños les haga verdadera ilusión, algo que hayan estado deseando todo el año. Si además de esto van a recibir algún regalo más, ya sea en casa o de algún familiar deberíamos incluir algún libro para leer y disfrutar de la lectura, que sea atractivo y apropiado para su edad. También material escolar, como pinturas y estuches, y algo práctico, como pudiera ser ropa de deporte , o de calle. También son muy interesantes los juguetes para jugar en familia.
Ya vienen los Reyes ¡Qué nerviossssss!
