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Aquel nacimiento de papel

En la década de los cuarenta del siglo pasado se pusieron de moda las figuras recortables, con anverso y reverso y castillo de Herodes incluido

Siendo crío en mi casa siempre se recordaba un nacimiento de figuras de madera, que fue un regalo a mi padre de los jesuitas en el año 1931, cuando la República disolvió tal comunidad religiosa.

Aquel magnífico y trabajado nacimiento llegó a su fin cuando la casa de González del Valle, en la que vivían, se vino abajo, en buena medida, por las secuelas de la guerra. Entonces mis padres decidieron comprar un completo recortable, cuyas figuras tenían anverso y reverso. Algunas se pegaban al pie donde marcaba el dibujo y los Reyes Magos estaban sueltos con el fin de que pudiésemos moverlos en dirección al Portal de Belén a medida que discurrían los días previos a la festividad. En la parte superior del recortable, bien vistoso, estaba el castillo de Herodes y de vigilante el propio rey a la puerta. Unos pastores estaban alrededor de un simulacro de hoguera con un ángel anunciador encima de ellos. No faltaban las lavanderas en un pintado río.

Y aquel nacimiento se guardaba en mi casa con mucho cuidado, si bien al cabo del tiempo se fue deteriorando. Pero tal era mi recuerdo que un buen día encontré en una librería el mismo recortable, lo compre y armado de mucha paciencia fui pegando las figuras reversibles, colocándolas en su sitio.

Muchos años más tarde, siendo ya mayor y teniendo algo de dinero fui comprando unas pequeñas figuras de barro y un portal de corteza de árbol. El río era de papel de plata, como decíamos de aquella, y por ultimo unos Reyes con sus pajes correspondientes.

Cuando me fui para Sama de Langreo me regalaron unas grandes figuras en cartulina negra que representaban al Niño en la cuna, San José y María que pegue en la pared de la habitación.

Y así fui poco a poco mejorando mi colección de nacimientos, hasta hoy que conservo unos cuatro de diferente tamaño y creación, sin olvidarme nunca de aquel nacimiento de madera del que en mi casa se hablaba con gran cariño. Para cerrar esta historia de Navidad, durante años y ya viviendo en Madrid, en el stand que ponía Polonia en el rastrillo, tenían un nacimiento hecho de madera que siempre tuve ganas comprar. Nunca lo hice.

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