Es el último servicio al que se renuncia. Y después solo queda perder la casa. Dejar de pagar la factura de la electricidad, explican desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH Asturias), es en muchas ocasiones el paso previo a dejar de pagar el recibo de la vivienda. "Nos llegan casos de parejas con hijos que para pagar la hipoteca viven sin electricidad", comenta Miguel Ángel García, portavoz de la organización.

Persiguen mantener un techo bajo el que refugiarse, aunque no puedan calentarse. "Estas Navidades ha habido un montón de familias que no han podido poner la calefacción", señala, para apuntar después que para evitar esta situación se mide al máximo el consumo. "Cuando se dice pobreza energética de lo que se habla es de pobreza, sin más", explica Miguel Ángel García para poner de manifiesto que el adjetivo "energética" no debe servir para rebajar la gravedad de la situación en la que viven quienes no pueden pagar la luz. Para ir tirando, apunta, recurren a familiares y amigos y van a sus casas "a ducharse y a calentarse". "Terminan por pasar allí la mayor parte del día", añade. Vuelven a su casa para la cena. Cuando llega la hora de irse a la cama, "se arreglan añadiendo más mantas". Un momento que se hace aún más complicado cuando en la casa viven niños.

A la hora de comer también se trata de gastar lo menos posible e introducen cambios poco saludables en su dieta. "Se suele renunciar a los alimentos frescos", comenta el portavoz de PAH Asturias. Porque son más caros y porque hay que cocinarlos. "Escogen productos como botes de garbanzos o de fabas que vienen ya cocidos" y así no tienen que tener tanto tiempo la vitrocerámica o el fogón encendidos. En ocasiones, además, se decide reducir el gasto energético prescindiendo de la bombona o de la iluminación: "Los hay que dejan el gas, por ejemplo, y pagan la luz".

Pero la situación se complica, más aún, cuando a pesar de todos los esfuerzos llega el corte definitivo del servicio: "Estas familias afrontan series dificultades para volver a darse de alta". Además de la deuda anterior, deben pagar la penalización de reenganche. Un coste añadido muy difícil de asumir para quien se encuentra en situación límite: "Es la pescadilla que se muerde la cola".

Para salir adelante el apoyo económico de los seres queridos es fundamental. Pero también las ayudas de la administración. "Hace poco nos llegó una pareja con un niño de tres meses que no tenían ni luz ni gas. Con ayuda de los familiares y el salario social pudieron reconectarlos", sentencia Miguel Ángel García.