"Crecen los lamentos de quienes querían un Calatrava y ahora están arrepentidos". Lo dijo ayer, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, Llátzer Moix, autor del libro "Queríamos un Calatrava. Viajes arquitectónicos por la seducción y el repudio". En su libro, el periodista catalán, subdirector de "La Vanguardia", repasa la obra del arquitecto valenciano, con anécdotas y detalles que explican por qué muchos de los que ansiaban una obra suya acaban decepcionados.

En ese trayecto por las obras de Calatrava, creador que se define a sí mismo como arquitecto, ingeniero y artista plástico, Moix destaca el Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo, envuelto en contratiempos desde el momento de su diseño y ejecución. "Es todo un ejemplo de desmesura y derrumbe que, además, rompe totalmente el esquema urbano de la ciudad y del lugar en el que está ubicado", destacó.

Llátzer Moix, periodista cultural durante casi cuarenta años, fundamenta parte del éxito de Calatrava en su faceta de "gran seductor de clientes, capaz de entrar en una reunión con todo en contra y salir con dos encargos más bajo el brazo". Unida a esa capacidad está también la de "conseguir modificar casi todos los trabajos que ha emprendido", como ocurrió con el Palacio de las Artes de Valencia, la ciudad que lo encumbró y la misma que ahora no tiene pensado realizarle ningún nuevo encargo, al menos en un futuro próximo.

A tenor de lo constatado por Moix -que fue presentado por el arquitecto Alfonso Toribio, presidente de Tribuna Ciudadana-, esa habilidad del valenciano para tornar el viento a su favor durante el proceso constructivo es también el origen de los retrasos y sobrecostes que en Valencia, por ejemplo, le reportaron 94 millones de euros en honorarios. La obra de Calatrava repartida por el mundo le ha permitido amasar una fortuna que una revista de Suiza, país en el que reside, cuantifica en 140 millones de euros. Sobre la creatividad de las edificaciones, Moix sostiene que Calatrava "trabaja por series: analizas un puente y te das cuenta de que el siguiente es una pequeña evolución".

Para elaborar el libro, que incluso su esposa le disuadió de escribir "porque todo el que se acerca a Calatrava acaba en los Juzgados", como ayer relató el autor, Moix visitó obras en Atenas, Malmö, Milwaukee, Nueva York, Venecia y Zurich, y en ciudades españolas, como Oviedo, Barcelona y Valencia. También ha conversado con los clientes que las encargaron, con los colaboradores del arquitecto que desarrollaron los proyectos, con sus usuarios y con otros expertos.

Entre las conclusiones extraídas por el autor figuran demoras, presupuestos multiplicados, renuncias sobre la marcha a rasgos definitorios de la obra, mantenimientos onerosos e incidencias de toda índole.