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Un paseo por las parroquias ovetenses / Naranco (y 3)

La naturaleza, vigía de la ciudad

La naturaleza, vigía de la ciudad

La vista del Oviedo Redondo desde el Naranco nos permite ver por dónde transcurría el recinto amurallado, obra del rey Magno, para defender la civitas episcopal y los arrabales extramuros. Y la "ciudad de acarreo"; y las luchas entre Iglesia y concejo; y la ciudad relicario por la que pasean, piden y vagan miles de peregrinos; y la tierra de Nora a Nora; y el devastador incendio de 1521 y la Casa de la Rúa; y el acueducto de Los Pilares; y el Padre Feijoo y el Conde de Campomanes; y la Universidad Literaria y Valdés Salas; y la Sala Capitular de la Catedral de Oviedo, los invasores franceses y la Guerra de la Independencia; y las guerras carlistas; y el Manifiesto del hambre; y cuando La Regenta compartió el nombre de Vetusta con el de Oviedo; y Lancia y Pilares. Y al Magistral, catalejo en ristre, oteando tras las faldas de doña Ana Ozores y el devenir miserable de sus feligreses.

Sin pretenderlo y sin necesidad de cerrar los ojos, la mente es así, en unos instantes desgrana los hechos más importantes de la historia de Oviedo. En un apartado estanco pretende arrinconar gravísimos episodios. ¡Imposible! El Naranco, testigo directo, se estremece al recordar los horribles acontecimientos bélicos: la Revolución de Octubre de 1934, la Guerra Civil, la destrucción de la Cámara Santa y el tesoro bibliográfico de la Universidad junto con pinacoteca y archivo, todo ello en llamas.

Todavía, sobre su superficie, persisten restos de fortificaciones. Rememorar rencores entristece el camino y no es momento para ello. Por el contrario, vamos a contemplar el jardín de las delicias que la naturaleza exhibe para nosotros. Ella no tiene prisa, nosotros tampoco, no nos vayamos sin exprimir su belleza.

Sin apariencia estridente, el acordeón de cumbres que asombra la mirada se extiende hacia los cuatro puntos cardinales. En primera fila la sierra del Aramo. Con motivo muchos forasteros, cuando se asoman a esta balconada y ven su línea arrugada contra el cielo, sin dudarlo, afirman que se trata de los Picos de Europa.

Eso sí, se desconciertan al no avizorar el Naranjo. Aunque lo fundamental es la perspectiva total anclada en su entorno. Un giro de 360º nos traslada desde la cercana costa de Gijón hasta los montes del Sueve, encalla en el macizo occidental de, ahora sí, Picos de Europa, cabalga por las Ubiñas, prosigue por Gamoniteiro y Mostayal, se enternece por las alturas de Yernes y Tameza, para estirarse, sin pretensiones, cerrando el círculo hacia el ocaso.

Nos encontramos en el Campo de los Jardines, una preciosa llanura convertida en área de recreo, la mayor de Asturias, con un sinfín de mesas, bancos y barbacoas nos invita a hacer un alto. Una buena mata de abedules, cercana a la explanada del Campo de los Jardines, va poblando el monte.

Esperamos, va siendo hora, a que los mejores colonizadores del terreno abran paso a generosas plantaciones de castaños y robles. E;ntre ellos y la maleza ocultarán inútiles pistas que arruinan el paisaje y colmarán la tierra de salud y belleza. Roguemos para que, al igual que una plaga, se multipliquen sin cesar por el conjunto del Naranco.

Una de las sendas más populares parte un poco más allá del monumento al Sagrado Corazón y desciende vertiginosamente hacia San Miguel de Lillo, no sin antes pasar a la vera de la fuente Los Pastores.

Es necesario explicar que, en contra de lo que se cree, ésta se encuentra a la derecha de la senda, empozada en un terreno altamente deteriorado por la explotación del mineral de hierro que Fábrica de Mieres realizó a comienzos del siglo XX.

Sin duda, junto con la del Sapu, es la fuente más famosa. Como cuenta José Enrique Menéndez en el libro "El Naranco, andar y recordar", y de esto hace ya 15 años: "tanto fuente como lavadero se hallan enmarañados con zarzas, totalmente sumidos en el abandono? ¡qué poco costaría limpiar y reacondicionar el lugar!, restaurar la fuente, el lavadero y dedicar el conjunto en homenaje a las mujeres del Naranco, que lavaron la ropa a medio Oviedo.

Sin embargo, más sencillo fue sacar la fuente de contexto, emparentarla con la del Río Viña, e ignorar ésta". La del Río Viña es la que se encuentra tras haber rebasado las casas de Peña el Fuelle, perfectamente acondicionada y con denominación errónea, antes de llegar al lugar por excelencia del Naranco.

Ya ustedes lo han adivinado, hemos llegado a las joyas del prerrománico. A dos de los edificios más nobles del mundo, con proporciones celestiales, Patrimonio de la Humanidad: San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco que, junto con San Julián de los Prados, son el motivo para que miles de visitantes, procedentes de todos los rincones del mundo, se acerquen a conocerlos. Existen cientos de estudios y publicaciones sobre el arte y arquitectura que atesoran, por tal razón no voy a extenderme sobre el tema. Tampoco hablaré del sórdido entorno porque con frecuencia lo denuncio en las páginas de este mismo periódico.

Lo que sí les recomiendo es realizar una visita guiada, las personas que están a cargo de ello lo explican de maravilla y les enseñarán a apreciarlos y amarlos.

Por favor, esto se lo ruego a todos, si suben en automóvil jamás aparquen en la cercanía de estos dos tesoros; por debajo de Santa María, en el cruce con la carretera que se dirige a Ules, hay un amplio aparcamiento.

No se trata de propaganda encubierta, aunque hay que reseñar que a lo largo de la carretera encontraremos una serie de restaurantes en los que, a la vuelta, vale la pena detenerse a probar su excelente gastronomía y tomar unos culinos de sidra.

La antigua caja del tren minero que transportaba mineral de hierro entre Villaperi y el plano inclinado de San Pedro de los Arcos, fue reconvertido en paseo de Valdeflora o pista finlandesa, topónimo con el que conocemos un corto recorrido de tres kilómetros, que transcurre por la falda sur del Naranco y hace las delicias de cientos de ovetenses que, a diario, por él pasean, corren o van en bicicleta. Es un privilegiado mirador de Oviedo inmerso en un medio rural y, a la vez, con la población a tiro de piedra. Inmerso en un entorno en el que conviven la arquitectura tradicional con las viviendas unifamiliares, el ganado pastando, los gallineros a la puerta de casa, los chalets cerrados a cal y canto, varias fuentes y un mal que no hay forma de desterrar: los chamizos, cuántos se encuentran a lo largo de la caminata y que mal parecen. Eso y las pintadas que se encuentran por doquier.

Pienso que no sería mala idea, poco costaría construir una senda peatonal que uniese el Paseo Valdeflora con el parque Purificación Tomás. El conjunto sería una espectacular zona verde y de ocio que llegaría hasta La Florida.

La parroquia de Santa María fue antigua hijuela de San Miguel de Lillo, en 1845 aún eran independientes. De la primera dice Madoz que tiene unas 70 casas, 70 vecinos y 300 almas repartidas en los lugares de su nombre y los barrios de Campas, Contrid, Lampaya, Llano, Ribera, Villamorsén y Ules. "La iglesia parroquial, San Miguel, se halla cerrada. El terreno es de mediana calidad; los caminos son locales y malos; produce escanda, maíz, habas, patatas, legumbres, lino y frutas. Mantiene ganado vacuno, de cerda y caballar, y hay caza de liebres y perdices", indica.

De la de Naranco cuenta que "tiene más de 30 casas, 35 vecinos y 158 almas repartidas entre los barrios de Constante, Pevidal y Naranco. La iglesia parroquial, Santa María, es muy antigua, atribuyendo algunos su construcción al rey Ramiro I; su arquitectura, columnas, escudos y relieves llaman la atención de los sabios y artistas y aun de los extranjeros, que vienen con frecuencia a sacar diseños. Anteriormente era aneja de la de San Miguel de Lillo, pero habiéndose deteriorado y casi reducida a escombros, queda independiente la de Naranco, y en la actualidad sirve para ambas feligresías, señala.

"El terreno participa de monte y llano, y es de buena calidad, pero escasea de aguas porque no tiene río ni arroyo, y la de las fuentes en su mayor partee son conducidas por cañería para surtido de la ciudad de Oviedo", añade.

Prosigue diciendo, "Los caminos son locales y malísimos. Produce escanda, trigo, maíz, lino, habas, patatas, nabos, nueces, castañas, peras, manzanas, higos, ciruelas y cerezas, todo de buena calidad; hay ganado vacuno, caballar y de cerda; caza de liebres y perdices. Además de la agricultura, en que se ocupan los hombres, la proximidad de la ciudad de Oviedo estimula a las mujeres a dedicarse al oficio de lavanderas y panaderas".

Hemos realizado un breve escorzo de lo que es, representa y significa para Oviedo la sierra del Naranco. En lo que puede convertirse si no se pone coto a canteras y demás males y, por otra parte, asegurar que, si se trata como merece el Arte Asturiano y todo su entorno, su aportación revolucionará la economía local gracias al turismo.

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