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Al Final De La Semana

Un imán para manteros en Doctor Casal

Los vendedores de falsificaciones toman la céntrica calle ante la tibia oposición de la Policía, que no actuó en la víspera de Reyes ni se aplicó "con intensidad" durante las fiestas Los comerciantes, perplejos por la pasividad de la autoridad

Un imán para manteros en Doctor Casal

Se quejaron desde una tienda de golosinas cuando les pusieron un puesto clandestino de caramelos a dos pasos en plena cabalgata; se quejó una juguetería, que con la calle llena de cachivaches los clientes ni llegan a la puerta; de una tienda de ropa, porque allí, sobre aquella sábana, la sudadera falsa costaba la mitad de la mitad de la mitad? llamaron muchos, pero allí actuaron pocos. Hasta en la centralita de la policía local hubo excusas: "señora, qué quiere en estas fechas, se tienen que ganar la vida". Y así, con esa manga ancha, con agentes silbando al cielo y órdenes de "no presionar con intensidad", la calle Doctor Casal, una milla de oro comercial, pasó a ser un eslalon entre manteros. De arriba abajo, de principio a fin, desde Uría hasta Salesas, a un lado y a otro? Escaparates portátiles en doble fila con las Air Max de colores a 20 euros y la Napapijri diez veces más barata que dos pasos al frente. Pasividad por orden municipal.

Dicen en el Ayuntamiento que sí hubo actuaciones, que hasta el concejal de Seguridad llamó una vez para avisar de que eso se iba de madre. Pero los baltasares de pega de la manta no tuvieron que correr como si la vida les fuera en el lance. Recogían ante el agente con fingida urgencia para doblar la esquina y regresar al poco. Les faltó el cartelito: "Vuelvo en 5 minutos".

La acera se la disputaban con vendedores de muérdago, gitanas ofreciendo romero y una red de mendigos con carteles clonados hasta en las faltas de ortografía. A estos grupos sí los azuzó la Policía. Pero no a los chicos de la ropa falsa, subsaharianos, muchos senegaleses, flacos, con mirada perdida de tanta necesidad. Urge aclarar. Son víctimas. Son explotados y están atrapados en redes que los utilizan. Ese "trabajo" apenas les da para comer. Unos pocos euros al final del día, un plato de sopa y un camastro. No tienen proveedores legales. Todo llega de Asia en contenedores que burlan la aduana en nuestros puertos. Y el funcionamiento es mafioso. Delictivo.

En algún momento, hace tiempo ya, hubo una especie de pacto entre comerciantes y Policía: solo levantarían la mano fuera del horario comercial. Pero ahora, todas las fiestas navideñas son horario comercial, que hay que salvar el año con la campaña.

La noche de la cabalgata todos los policías estaban para el plan de autoprotección. No se miró más que a la seguridad. Que ya era bastante. Barra libre para los vendedores en negro. Prometen en los despachos municipales que no han desviado la vista, pero que era difícil de controlar, eran muchos. La prueba, dicen, es que hubo incautaciones. Dos grandes en todo el periodo de fiestas navideñas. Una, un senegalés con 700 piezas de ropa falsificada; otra, en plena Nochebuena, otro tipo con una furgoneta repleta, dos mil y pico piezas: bolsos, carteras, camisas, zapatillas de deporte... un arsenal para distribuir entre sus vendedores, la versión inocua para la salud del camello esquinero napolitano; subsaharianos explotados por proxenetas de la venta de ropa falsa. Camorra pura.

La mano sino abierta, floja, hace efecto llamada. Se actúa poco en la capital por temor a crear una bolsa de delincuencia entre africanos sin bolsos que vender.

Se muerde la cola la pescadilla: si lo permiten, vienen más y si vienen más, la Policía se desborda. Ingobernable. No ayuda la forma de entender algunas cosas de este gobierno tripartito. Meses atrás, el concejal de Seguridad se llevó un revolcón de IU por actuar contra la mendicidad organizada: Llanero Solitario, John Wayne, o algo así le llamaron.

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