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SILVINA GARCÍA | Superiora de la comunidad de la Inmaculada

"Tenemos que ayudar a adaptarse a los niños que vienen de fuera"

"Me esforcé mucho en la educación de mis alumnos y eso hizo que adivinaran lo mucho que yo los quería"

Silvina García, en el colegio de la Inmaculada. JULIÁN RUS

Está jubilada, pero no para. Echa una mano aquí y allá, como administradora o monitora, y aconseja a niños, profesores e incluso padres. Silvina García, natural de Grado, es la superiora de la comunidad del colegio de la Inmaculada (claretianas) de Oviedo, que celebra este año su 75.º aniversario. Forma parte del equipo directivo del centro, y trabaja de forma coordinada con los cargos seglares: "Ellos tienen más en cuenta lo que es pedagógico y yo, lo que es pastoral y religioso".

-¿Cuál es su función como responsable de la comunidad?

-Llevar espiritualmente el colegio, formando y sabiendo controlar en qué podemos participar y en qué no las religiosas porque ahora estamos jubiladas. Tratamos de atender las necesidades del centro. Hay una hermana, por ejemplo, que se dedica a apoyar a alumnos que van con retraso. Yo ayudo en administración.

-¿Cómo se coordina con la dirección seglar del centro y cómo es la relación?

-Tenemos un equipo directivo en el que estoy incluida y de esa manera estoy involucrada en todo lo que hacemos. Tenemos un ideario que seguir y del que no podemos salirnos. Ellos tienen más en cuenta lo que es pedagógico y yo, lo que es pastoral y religioso.

-¿Cuántos años hace que ya no da clase?

-Trece.

-¿Lo echa de menos?

-Mucho. Los niños para mí son muy importantes. Pero también me encargo un poco de vigilar en el comedor y de revisar los alimentos y que se cumpla con los alumnos que necesitan una dieta especial.

-No se le escapa nada.

-No. Tengo que estar pendiente. Y si un niño se pone malo a media mañana y es una cosa corriente, como un dolor de tripa, procuro bajarle a la portera un termo con agua caliente y tiene ella material para hace infusiones. Si vemos que es algo más grave avisamos para llevarlo al médico.

-Aunque se haya jubilado sigue trabajando mucho.

-Ciertamente, pero es sólo apoyo. Estoy jubilada pero por la Iglesia ayudo lo que haga falta.

-¿Cómo han cambiado los estudiantes en todos estos años?

-Mucho. Hay mamás que vienen y me dicen: "Oye, Silvina, de mi preparación a su edad a la de mi niño hay mucha diferencia". Y yo les explico que van de otra forma. Yo tuve siempre una vocación de enseñanza muy grande y daba más de lo que pedía el programa. Al pasar a Primaria mis alumnos dominaban la lectura, las sumas, las restas, y empezaban con las multiplicaciones un poquito. Me esforcé mucho y eso hizo que adivinaran lo mucho que los quería.

-Entonces, ¿los alumnos ahora salen peor preparados?

-Tienen unas destrezas distintas porque, por ejemplo, antes no había ordenadores. A nuestros alumnos se los rifan cuando terminan la Secundaria.

-El barrio, Pumarín, también ha cambiado mucho...

-Creció mucho. Y ahora, con la llegada del HUCA, más. Hay muchos inmigrantes y vemos que muchos necesitan un refuerzo académico. Si vienen de fuera tenemos que ayudarlos a adaptarse.

-En la fiesta del pasado jueves se vio un gran sentimiento de pertenencia al colegio.

-Es por el cariño. Una cosa muy importante es que seamos una familia. Eso nos distingue aquí en Oviedo. También tenemos profesores que fueron alumnos y eso influye. Hace poco se ha incorporado un señor a trabajar en el mantenimiento y dice que eso le llama la atención. Si hay alguien enfermo, por ejemplo, vibramos todos. Eso une para toda la vida. Dicen que amor con amor se paga. Por eso nos quieren luego.

-En el 75.º aniversario ¿cuáles son los retos para el futuro?

-Esa es una tarea que tendrá que afrontar de forma más directa quien venga después. Queríamos poner el Bachiller pero en estos dos últimos años no ha habido demanda. Otro de los retos es tratar a los alumnos de forma cada vez más personalizada e ir al trabajo en grupos cada vez más, cosa que es difícil por la desestructuración de muchas familias. Los críos se vuelven desconfiados. Piensan que como algo falló en el hogar, va a fallar en todos los lados. Ahí intervenimos mucho las religiosas en recreos y otros ratos hablando con los alumnos y dándoles apoyo.

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