Grande como profesional y como persona, riguroso en el trabajo y entregado a la bohemia, Alfonso Iglesias García, hijo del dibujante que creó a Pinón, Telva y Pinín, es uno de los arquitectos que más trabajos firmó en los inicios de la autonomía asturiana, época en la que proyectó escuelas, institutos, facultades y centros universitarios. También destacó por sus proyectos sanitarios y el último gran trabajo en el que participó, haciendo frente ya a la enfermedad, fue el del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Iglesias falleció ayer, a los 75 años, en el Centro Médico de Asturias, donde había ingresado por una neumonía.

Aunque su estado de salud era muy frágil, tras haber luchado contra un cáncer durante una década, fue esta complicación respiratoria la que acabó con su vida. Permanecerá su recuerdo a través de las numerosas obras que llevan su sello en la ciudad, entre ellas las facultades de Químicas, Derecho y la ampliación de Económicas, todas en el campus universitario del Cristo, o el que fue su último gran trabajo: el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) en La Cadellada, en el que fue director de obra.

Ayer, la decana del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, Sonia Puente, reconocía en Iglesias a un "arquitecto de una generación que hizo una contribución decisiva a la profesión en la época de la transición".

"Era muy buen profesional" y un tipo "muy extrovertido y divertido", el "alma de muchas noches en la plaza del Paraguas". Alfonso Toribio, exdecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, se refería así a él y Javier Calzadilla, amigo desde la adolescencia y compañero de bachiller de Iglesias, hablaba de su "gran vitalidad" y su "enorme encanto personal".

Alfonso Iglesias creció en Oviedo y se marchó a Madrid para hacerse arquitecto. Coincidió en las aulas con Guillermo Zarracina, amigo desde los catorce años. Desde pequeño estuvo rodeado de lápices y láminas, porque era hijo del dibujante Alfonso Iglesias. Uno de sus mayores empeños en la vida fue, precisamente, la recuperación de la obra de su padre; a esa tarea le dedicó treinta años, en los que se ocupó de la ordenación, coloreado y edición del legado de su progenitor, rematado todo con una página web.

Guillermo Zarracina recordó cómo ya en primero de carrera su personalidad y su carisma le valieron ser elegido delegado. Contó que Rafael Moneo lo escogió como auxiliar, antes incluso de que terminase la carrera: "Era un alumno brillante".

Iglesias pasó por varios estudios de arquitectura, entre ellos el de José Luis Fernández del Amo, y fue directivo del Colegio de Arquitectos madrileño y de su Hermandad Nacional. Fernando Nanclares, arquitecto de una generación posterior, destacó la faceta humana de un hombre "simpático y socarrón a la asturiana", "que sabía moverse en los ámbitos profesionales como pez en el agua" y con "una obra extensísima".

De vuelta a Asturias, en 1980, Alfonso Iglesias trabajó con su hermano Esteban, compañero de profesión, hasta que aquel falleció. En esos años se encargó de las obras de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Oviedo, del Instituto Leopoldo Alas Clarín, también en la capital asturiana, y del centro de Secundaria Isla de la Deva, en el concejo de Castrillón.

Alfonso Iglesias era "divertido y ameno" en el trato personal y "totalmente riguroso en lo profesional". Así habla de él el arquitecto Felipe Díaz-Miranda, que cuenta que juntos firmaron algún que otro proyecto. "Además", añadió, "era muy avanzado tecnológicamente".

Guillermo Zarracina añade que Iglesias trabajó con los más grandes y se rodeó de los más ilustres "compañeros de borrachera: Ángel González, Gil de Biedma o Goytisolo". "Tenía nivel para moverse con este tipo de gente y no desentonar", opina.

Alfonso Iglesias, cuyo funeral se celebra hoy en la Basílica de San Juan el Real, pasó por tres matrimonios, que le dieron dos hijos. Zarracina se quita el sombrero ante sus dotes de galán: "Ganó mucho dinero. Lo gastó todo y fue muy mujeriego, competíamos por las chicas y él era muy efectivo".

En los años 60 y 70 fue un militante muy activo del PCE. En las últimas elecciones, Guillermo Zarracina, le regaló una camiseta de Podemos y a través de la línea telefónica siguieron el recuento de votos.

En los últimos años, la enfermedad hizo mella en Alfonso Iglesias García. Guillermo Zarracina se convirtió en uno de sus principales apoyos: "Pasé el último año como único visitante de su soledad".