Son las diez de la mañana del domingo y en la calle San José hay un bar en el que sigue la fiesta. Interviene la Policía Nacional. Registros, algún que otro acta con propuesta de sanción y todos a dormir. La escena se dio el pasado fin de semana en el Malabax, un garito que anuncia en sus redes sociales las 6 am como hora de apertura; la visita es casi una rutina. Quince días atrás, más de lo mismo. Treinta personas allí a las nueve de la mañana, cuatro de ellas con droga y una papelina sin dueño en el suelo. "Hay que apretar a los 'afters'", dice la consigna que manejan la fuerzas de seguridad en Oviedo. Los agentes inician rondas durante las mañanas del fin de semana. Hay colaboración entre el cuerpo Nacional y el Local. Tan pronto los primeros ponen a unos cuantos clientes fiesteros contra la pared de la Casa Sacerdotal para identificarlos, como los segundos acuden al Goiás, calle Real Oviedo, ambiente latino y pensión en las plantas superiores, alertados por una pelea entre mujeres. Esto último sucedió ayer lunes hacia las siete y media de la mañana. No hubo denuncias y los agentes se dieron media vuelta.

Los "afters" conflictivos en Oviedo son apenas media docena. El concejal de Seguridad, Ricardo Fernández, es tajante. "Que cumplan las normas. Son espacios en los que se reproducen las incidencias continuamente y donde la policía interviene de forma constante". El trabajo de los agentes tiene sus límites. "La gente dice 'que los cierren y punto', pero no es tan sencillo, porque lleva su camino", afirma el edil. La labor se centra en dos aspectos. Por un lado, el control de horarios y asegurarse de que cada local está abierto a las horas que tiene permitido; y por otro, vigilar los aforos en pos de la seguridad. Al detectar irregularidades empieza el rosario burocrático: apercibimiento, sanción económica, propuesta de cierre... Hasta llegar a hacerlo efectivo, como sucedió semanas atrás con el Nessy, calle La Luna, un clásico de las noches estiradas hacia el día, que cumple el primero de sus dos meses de cierre.

Habla Antonio, nombre ficticio de un vecino con un "after" bajo su casa. "Con la hora de los bares normales ya está bien. Pero llegan las seis y abre este otro. El domingo apareció la policía a las diez de la mañana. Y después, empezaron a limpiar. Hasta que no cierran, no vienen a adecentar la calle", una queja que refrenda el concejal. "No enjuicio lo que se hace dentro. Pero hacia afuera, hay consecuencias: ruidos, orines, suciedad. Para el que vive ahí es una pesadilla pero estamos actuando para frenarlo", dice el concejal responsable de la Seguridad en Oviedo.