Diez segundos. Ni uno más. Es el tiempo que concede a los peatones la fase verde de uno de los semáforos de la calle General Elorza, en concreto, el que se encuentra junto al colegio Pablo Miaja, cuyo paso de cebra llega a las inmediaciones de la calle de la Lilia. Un lapso que pone en aprietos a cualquiera, más aún a niños, mayores y a personas de movilidad reducida. Ayer, sobre el terreno, el concejal del PP Eduardo Llano hizo la prueba. Cumplió por los pelos, después de aplicar enérgicos impulsos a las ruedas para superar los 15 metros de calzada.

Los peatones, además, han desarrollado en esa zona una peligrosa costumbre. Como quiera que la fase es tan corta, aprovechan un intervalo de otros diez segundos, justo anterior a la fase verde. En ese momento, el cruce en General Elorza está expedito de vehículos, pues en ambos sentidos el disco está rojo para el tráfico rodado. El motivo de ese "limbo" de diez segundos con todas las luces rojas, es conceder tiempo de paso a los que aguardan en la Lila para incorporarse a General Elorza. Y ahí es dónde se produce la situación de peligro, cuando alguno de estos últimos gira desde su calle hacia la izquierda. En principio, la pericia peatonal ayuda cuando son coches los que realizan el giro. El peligro aumenta cuando son motocicleta, con más agilidad para relizar la operación. Más de un susto ha habido ya.

Tras la prueba, Eduardo Llano ofrece una solución. "Duplicar el tiempo de paso peatonal y llegar así a veinte segundos". Lo que sea, con tal de evitar el esprint. "Coordinar los tiempos sólo afectaría a las motos que bajan de la Lila y que giran a la izquierda, que tendrían que esperar a que se abriese el semáforo para ellas y así dejarían de ser un peligro para los peatones", dijo.