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El camino de la sangre que salva vidas

Las bolsas de los donantes se someten en Oviedo a un proceso que las pone a disposición de los hospitales al día siguiente

Las hematólogas M.ª Carmen Muñoz (derecha) y Ana M.ª Ojea. Irma Collín

Usted dona sangre en una de esas unidades móviles (autobuses) que se encuentra por la calle y al día siguiente, a eso de las cuatro de la tarde, su sangre está dispuesta para ser enviada a cualquier hospital de Asturias que la requiera. A esa hora, la bolsa de 450 mililitros que le han extraído ya ha sido centrifugada y convertida en tres componentes distintos: hematíes, plaquetas y plasma. En paralelo, su sangre ha sido analizada con el fin de garantizar que no contiene el virus del sida, ni los de la hepatitis B y C, ni el germen causante de la sífilis. Todo ello es posible gracias a un equipo de unos 80 profesionales que trabajan en Oviedo bajo el paraguas del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias.

"Nuestro objetivo último es asegurar que siempre que una persona enferma requiera un derivado de la sangre podamos responder a esa demanda", explica María Carmen Muñoz, directora técnica del Centro Comunitario, entidad responsable de la recogida, procesamiento y posterior distribución de los hemoderivados. "Podemos decir que, salvo en situaciones muy puntuales, ese desafío lo superamos de forma satisfactoria", agrega la doctora Muñoz, hematóloga al igual que Ana María Ojea.

Pero el proceso tiene su principio en el contingente de 45.502 donantes de la región. "Dar sangre es muy importante. No cuesta nada, seguramente ayudas a alguien y nunca está de más", subraya Nuria Álvarez, estudiante de Psicología de 21 años, mientras realiza en Oviedo su sexta donación.

Según los datos del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos, de esos 45.502 donantes activos -concepto que incluye a aquéllos que han acudido a dar sangre en algún momento de los tres últimos años- registrados en Asturias, 15.918 residen en el área sanitaria de Oviedo, que incluye la capital del Principado y los municipios del centro de la región.

Ellos, los donantes, configuran un colectivo que, con toda la naturalidad que caracteriza al altruismo más genuino, salva vidas de forma anónima, y sin darse mayor importancia. "La donación de sangre es un acto seguro que proporciona bienestar y satisfacción a quien la realiza. Además, es un gesto solidario y generoso, que manifiesta un compromiso con los demás y sin esperar nada a cambio", señala María García Hernández, gerente del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos, cuya sede continúa ubicada en el barrio del Cristo, junto al antiguo centro Materno-Infantil del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Esta idea es corroborada, desde el otro extremo del proceso, por Laura Álvarez, de 19 años, estudiante de Psicología. "Intento donar siempre que puedo. Es la segunda vez que lo hago. Ya lo intenté en diciembre, pero aún no había pasado suficiente tiempo desde la anterior donación", explica mientras le extraen sangre en la unidad móvil que anteayer jueves estuvo instalada en la plaza Feijoo de Oviedo, justo delante de la Facultad en la que estudia. "Mi primera donación fue muy bien, me sentí perfectamente y no tuve ningún problema. Creo que donar es muy importante. Ya que se puede ayudar, se ayuda", agrega Laura Álvarez.

Más desconocido para el ciudadano medio es el proceso que sigue la sangre una vez que sale de las venas de los donantes. Las bolsas son trasladadas con celeridad al Centro Comunitario, donde se colocan en una placa refrigeradora que las mantiene a unos 22 grados de temperatura (del cuerpo del donante han salido a 37 grados). A la mañana siguiente comienza el tratamiento de las bolsas. "La media diaria de donaciones suele oscilar entre 160 y 200 bolsas", indica María Carmen Muñoz, directora técnica del Centro de Sangre y Tejidos.

El siguiente paso consiste en separar los componentes de la sangre: glóbulos rojos o hematíes, plaquetas y plasma. Este fraccionamiento se lleva a cabo mediante un centrifugado que deja los hemoderivados alineados en tres niveles, perfectamente identificables en las bolsas que maneja Natalia Quiñones, técnico de laboratorio: abajo los hematíes; en el centro las plaquetas, flotando; y arriba del todo el plasma. "Cada unidad de plaquetas que preparamos es el resultado de juntar las de cinco donaciones", afirma la hematóloga Ana María Ojea.

El plasma, una vez congelado a 70 grados bajo cero, es conservado a 40 bajo cero. Tiene un periodo de caducidad de dos años. Los hematíes duran 42 días. Las plaquetas, principalmente destinadas a tratamientos de tumores y leucemias, son el hemoderivado de manejo más exigente. Se almacenan a temperatura ambiente -entre 20 y 24 grados- y sólo tienen un periodo de utilidad de siete días. Este último dato explica que los responsables de recolectar y tratar la sangre no estén interesados en grandes avalanchas de donantes, pues podrían dar lugar a una acumulación de plaquetas a las que no sería posible dar salida. "Lo ideal en la donación de sangre es la regularidad, la constancia", proclaman María Carmen Muñoz y Ana María Ojea.

Mientras una parte de los operarios del Centro Comunitario -mujeres en su inmensa mayoría- trabajan en el procesamiento de las bolsas, en el laboratorio se estudian los tres tubos de sangre que también han sido extraídos a los donantes. En uno de ellos se estudia el grupo sanguíneo, en el otro se buscan posibles agentes infecciosos -se analizan los virus del sida, de la hepatitis B y C, y de la sífilis- y en el tercero se amplifica el ADN con el objetivo de impedir que se cuele sangre que haya experimentado una infección reciente que aún no da señales de actividad ante un análisis normal.

"Este trabajo tiene que ser rápido porque, si aparece un positivo, de inmediato se da aviso al otro departamento para que destruyan la sangre y se advierte al donante", subraya María Carmen Muñoz. Cada bolsa y cada tubo llevan un código que permite un seguimiento meticuloso de cada donación. El año pasado, en el que dieron sangre en toda Asturias 27.976 personas, fueron identificados dos casos de sida, cuatro de hepatitis y tres de sífilis. "No sólo revisamos la sangre de los donantes nuevos, sino también la de los habituales", precisa la doctora Muñoz.

Salvar vidas y no generar riesgos a los protagonistas del proceso son los principios rectores de la donación de sangre. Que no se registren contratiempos ni efectos adversos implica trabajo, rigor y meticulosidad. Eso es lo que da sentido a que Nuria Álvarez y Laura Álvarez tiendan el brazo y permitan que se les extraigan 450 mililitros de sangre. Eso es lo que garantiza que su gesto solidario represente una verdadera ayuda a alguien al que no conocen, pero que desde el anonimato estará eternamente agradecido.

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