"Aunque suene a tópico, hay que decirlo así: el padre Ferrero ha muerto pero su obra permanece. El padre Ferrero es aquel jesuita emprendedor, cordial, dinámico e infatigable que un día se embarcó en la difícil aventura de recoger a los niños humildes para darles pan y educación. Sus escuelas cumplen hoy una función excepcional pese a la deficiencia de sus instalaciones. Pero este problema quedará muy pronto resuelto. A raíz de la muerte del padre Ferrero, ya decidido a construir un edificio que sirviera eficazmente a sus propósitos, se constituyó un Patronato para que sus sueños no terminasen con su vida. Y como resultado de esta tarea, ahí está en General Elorza ese magnífico edificio que próximamente entrará en funcionamiento".