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Un paseo por las parroquias ovetenses / Santianes

Colaboración al modo rural

Uno de los hórreos de Santianes. lne

Santianes es un pueblo típico del mundo rural, de vida tradicional campesina, con un poblamiento agrupado que nació preso de sus circunstancias geográficas. Rodean a la localidad las alturas de los picos Armatilla (286 metros), por el sur, y el Castiellu (449 metros), por el sureste, famoso por haberse alzado en su cima el castillo de Tudela, en tiempos de la monarquía asturiana, y del que tan solo se vislumbran los restos de una de sus torres. A continuación, con la misma orientación que el anterior, se eleva el pico Coronas (464 metros), integrado en el cordal que de este a oeste se descuelga desde la sierra del Fayéu. De norte a suroeste le atenaza el río Nalón que, como siempre, baña una parte importante del concejo de Oviedo.

Por si esto fuera poco, al perro flaco todo son pulgas, por estar presente y bien visible hay que mencionarlo, nos obliga a recordar la moda de un falso y mal entendido desarrollismo que, en beneficio de los polígonos industriales, arrasó las mejores vegas del Principado de Asturias. Aunque existen muchos otros, el polígono industrial de Olloniego, en la vega de Santianes, es un buen ejemplo. De acuerdo que son necesarios y que producen empleo y beneficios a empresarios y ayuntamientos, si bien, pudieron instalarse en otros lugares con menor impacto negativo sobre la economía familiar agrícola y ganadera. No es extraño que el número de habitantes haya descendido drásticamente -en el censo de 2015 tan solo convivían 65 personas-, ya que en su reducida extensión, 1,32 hectáreas, apenas quedan tierras de cultivo aprovechables. Otro de los múltiples factores para el despoblamiento rural.

El padre Nalón actúa de frontera natural por el norte, y por el oeste hace de medianera entre Santianes y Manzaneda; linda con Agüeria por el noreste y culmina el cerco la parroquia de Olloniego. Se alcanza la aldea por la carretera que se dirige a Langreo, la cual hay que abandonar a la altura de Santa Eulalia para atravesar entre las naves industriales. La vuelta, para no dar vueltas por el citado polígono, vale más hacerla por la antigua calzada.

De todas formas y de acuerdo con la recomendación que siempre hago de acercarnos en el coche de San Fernando, es preferible -para gozar de una preciosa panorámica de Manzaneda y los murallones del abrigo de La Viña, además de caminar a la vera del Nalón-, a la salida de Olloniego caminar en dirección a Santianes (1 kilómetro) y Tudela Agüeria (3 kilómetros).

A unos cientos de metros de trazar los deliciosos meandros del Portazgo, el río asoma por debajo de la calzada y abre paso a lo que en su día fue una sobresaliente vega, hoy ocupada por naves industriales y una considerable extensión de zona verde o área de recreo con diversas instalaciones deportivas, mesas y bancos. Allí nace la senda verde de pequeño recorrido entre Olloniego y Bárcena, PR AS-240, de apenas 5 kilómetros, que nos traslada hasta Soto de Rey, ya en el vecino concejo de Ribera de Arriba. Precioso paseo, siempre acompañados por el murmullo del río y el canto de los paxarinos, entre tabladas, espumosos rabiones y a través, sin exagerar, de un delicioso arbolado. En su cauce, durante todo el año, se dejan ver innumerables aves acuáticas.

Santianes es un pueblo alargado que se estira siempre al compás de la antigua carretera; da cara al Nalón y se apoya en la agreste y boscosa ladera del pico Armatilla. Su cercanía al curso de agua lo hace amante de la niebla mañanera.

Qué extremo contraste el de las inmensas naves industriales luciendo coloridos tejados, anchas vías y generoso tráfico, comparado con las angostas callejas del pueblo y, sus curiosas plazoletas, nacidas a consecuencia de la desaparición, por derrumbe, de los hórreos o paneras que ocupaban dicho espacio.

Nada digamos de la gran diferencia que existe en cuanto a homogeneidad constructiva, en la que Santianes deja ver edificios, la mayoría de dos plantas, con bastante más de siglo y medio a cuestas y, lo que es llamativo por importante, muchos de ellos con ropa tendida y chimeneas lanzando humo. Muestra un alto número de viviendas con hermosos corredores luciendo torneados barrotes, en inmejorable estado, algunos floridos. A su lado otros muy antiguos, verdaderos testigos de un estilo de vida, que entre sus paredes guardan lecciones de etnografía. Entiendo, por variadas razones, que es inevitable su desaparición pero, qué quieren que les diga, da pena verlo.

No los he contado pero entre paneras y hórreos se conservan, a lo largo y ancho del pueblo, cerca de una decena. Algunas dejan ver singulares tallas en las puertas, otros tienen curiosas "subidorias", bajo ellos casi todos guardan viejos aperos de labranza y, casi siempre, un automóvil.

Llaman la atención, a la entrada de una casa abandonada con un bello corredor, dos llamativas piedras de molino de mano, colocadas entre herrumbrosas latas de pintura.

Al final de la aldea se encuentra el camposanto y cerca parte la carretera que por el caserío de Villar nos eleva hasta el castillo de Tudela, del que ya hicimos amplia referencia en el capítulo de Olloniego. Trayecto llevadero que, depende del paso, nos llevará alrededor de una hora.

En los pueblos, tradicionalmente, al trabajo comunal de los vecinos para reparación y conservación de los caminos públicos, se le conocía como sextaferia, y se realizaba el sexto día de la semana, el viernes; de ahí su nombre. En Santianes, sus habitantes, dando un hermoso ejemplo de solidaridad, han dejado la joya de la corona, la iglesia de San Juan, nunca mejor dicho, limpia como una patena.

Da gusto comprobar que aún quedan restos de una sociedad que no lo fía todo a la sopa boba, a que la Administración resuelva sus problemas, y que, para mantener la dignidad de un colectivo, hace gala de un esfuerzo que deberíamos imitar.

De esta lápida medieval escribía Ciriaco Miguel Vigil, en 1887: "Iglesia de Olloniego en el antiguo concejo de Tudela. Está fundada a orillas del río Nalón, y dista de la ciudad 7 kilómetros". Es de una nave bastante espaciosa, con arco toral que divide el presbiterio. Nada revela su antigüedad, a no ser una inscripción grabada en piedra de grano, puesta a 2,50 metros de altura en la pared exterior, sobre una ventanilla con reja que da luz al altar principal por la parte de la Epístola y conmemora la renovación del templo dedicado al discípulo amado de Jesús, (San Juan El Evangelista). Según Diego Santos dice así: "Pelayo, hijo de García, presbítero, construyó este templo dedicado al (discípulo) querido del Señor, con el entusiasmo y esforzado trabajo del pueblo".

¡Estupendo! Nos encontramos con la iglesia parroquial, como una de tantas que se ven a lo largo y ancho de la geografía asturiana; de reducido tamaño, estilo popular, pórtico adintelado con notables sillares; su puerta barroca deja ver dos cruces de templo con el brazo vertical más largo; nave rectangular, tejado a dos aguas, óculo, espadaña de dos vanos y una sola campana.

Hasta aquí nada especial si no fuese que, además de la inscripción altomedieval citada más arriba, en documentos catedralicios figura como donada a San Salvador de Oviedo en los años de 827 y 857, tiempos de la monarquía asturiana correspondientes a Alfonso II el Casto y Ordoño I.

El templo, reconstruido en el siglo XVIII, de su origen medieval aún conserva la cabecera en la que hemos visto incrustada la lápida; una parte de los muros de sillarejo y en el lado de la epístola, algo tan significativo como una pequeña saetera, visible desde el interior.

Dispone de un arco de medio punto sobre impostas molduradas, presbiterio rectangular y la sacristía adosada. Contiene modesta imaginería y nuevo acceso al coro.

En todo el conjunto parroquial se aprecian las horas de trabajo y el cariño que los vecinos tienen a su iglesia de San Juan. Por lo que nos han contado, ahora quieren rehabilitar su tejado. Todos deberíamos copiar su tesón.

Como siempre, en este caso muy breve, finalizamos con la referencia que Madoz le dedica en 1845 a este pueblo del concejo de Oviedo: "Santianes de Olloniego (San Juan): feligresía en la provincia, partido judicial y diócesis de Oviedo, ayuntamiento de Tudela. Tiene 30 casas y una iglesia dedicada a dicho santo, la cual es aneja a San Pelayo de Olloniego. La población es de 32 vecinos".

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