El ciclo de música sacra "Maestro de la Roza" repitió ayer el éxito de otras sesiones y otras temporadas. El artista invitado de este año, la formación vocal masculina rusa "Doros", volvió a dejar pequeña la iglesia de San Isidoro. Naves laterales, accesos de la entrada, confesionarios o columnas, no quedó un sitio libre ni cupo un alma más para apreciar una faceta poco habitual de la música sacra. La música ortodoxa. Procedente desde la Catedral de San Basilio, en la plaza Roja de Moscú, donde este grupo coral canta diariamente.

Las voces de Vruyr Ananikyan, Aleksandr Gorbatov, Aleksandr Kamyshintcev, Konstantin Senchenko y Bekseit Ryspaev, sonaron en San Isidoro con la magia y la luz especial de una música sacra coral que el público asturiano no está acostumbrado a escuchar habitualmente. Composiciones como "El canto de los Querubines", una composición serbia que abrió el repertorio, ofreció ya una dinámica que se repetiría aquí y allá a lo largo de todo el concierto: Cantos donde la cadencia melismática se alza por encima del bajo continuo del resto de las voces.

Repertorio ágil y variado, el quinteto fue cambiando de dinámica y siglo, con composiciones del XVII al XX, juegos de contrapunto, canon e, incluso, repertorios de música tradicional rusa como la canción popular "Veré los rápidos del río", al final de su concierto de ayer.

El público, agradecido a unas voces distintas procedentes de un contexto tan diferente, respondió con ovaciones a las interpretaciones de la agrupación coral "Doros" y disfrutó con recogimiento y gran sensibilidad, la actuación del ciclo "De la Roza", donde colabora LA NUEVA ESPAÑA.