"Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a la luz, morir como semillas para convertirse en árboles". Es un pequeño fragmento del cuento de Jorge Bucay "Sueños de semillas", que ayer leyó la presidenta de la Asociación de Logopedas de Asturias, Cristina Vega. Fue su particular forma de resumir los 25 años de historia de la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo, que hoy "sigue regando de conocimiento sus árboles". Pero la siembra no fue fácil, como señalaron los exdecanos Serafín Lemos, José Muñiz y Marcelino Cuesta en el acto central de la celebración, que sirvió también para ensalzar la proyección externa de la facultad.

"A veces pensamos que este escenario ya estaba aquí puesto. Y no; fue una lucha constante para conseguir lo que tenemos", recordó Serafín Lemos, el primero en intervenir en la mesa redonda "Los hitos más importantes en la historia del Facultad de Psicología", que fue presentada por el decano José Carlos Núñez. Esa historia comenzó en 1978 con la creación de la división de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras. "Recuerdo la primera vez que pedimos a un rector que implantase los estudios de Psicología... Nos miró como si fuésemos marcianos", relató con gracia Lemos. Pese a lograrlo poco tiempo después, "nunca estuvimos satisfechos del todo, porque aquellos estudios estaban muy centrados en la Filosofía". Hasta que llegó el momento de independizarse y emprender un nuevo camino en solitario.

"Sabíamos lo que funcionaba en el mundo y teníamos claro que una facultad buena depende de las personas. Si fallan los profesores y los alumnos, todo se viene abajo", expresó José Muñiz. Basados en ese principio básico, la Psicología en Asturias comenzó su andadura. Pasó por varias sedes hasta que se instaló en el antiguo Convento de San Vicente, donde continúa hoy en día. "Conseguir este edificio fue muy importante desde mi punto de vista. Tenía muchas novias y costó hacerse con él", contó Muñiz, que destacó también la incorporación de la psicología en la rama de las Ciencias de la Salud y el impulso de una revista propia, cuyo primer número salió en 1989.

Al exdecano Marcelino Cuesta le tocaron los años del plan Bolonia, que implicó "cambios muy drásticos". "Todavía recuerdo las caras de horror de mis compañeros cuando los horarios llenos de colorines y de clases. Pero gracias a la colaboración de todos, las cosas fueron más fáciles", dijo. Cuesta se refirió a la creación de los grados de Psicología y Logopedia así como del Máster Universitario de Psicología General Sanitaria, que ya va por su tercera promoción. "Tenemos que ser conscientes del altísimo prestigio que tiene nuestra Facultad en España. Estamos exportando profesorado; en el momento que sale un doctor es fichado por otra universidad", aseguró Cuesta, que cree que la Facultad puede ir a mejor en los próximos años, porque tenemos "buena materia prima".

En la mesa redonda también participó el exvicerrector de Profesorado, Julio Antonio García. Entre sus logros figuran el haber logrado la renovación del concierto sanitario con el Principado, que era de 1990 y "estaba obsoleto". Como todo en Psicología, implicó esfuerzo ya que, como se encargó de recordar García, "había mucha tensión entre las autoridades sanitarias y los médicos". La reuniones duraron ocho meses en 2009, pero al final se consiguió cruzar la meta: "Fue un hito muy importante, que quisieron imitar otras comunidades autónomas".

Tras la intervención de la presidenta de la Asociación de Logopedas y su relato del cuento "Sueños de semillas", fue el turno del decano del Colegio Oficial de Psicólogos, Ramón Vilalta, quien insistió que "la primera empresa de Psicología en Asturias es la Universidad de Oviedo". De ahí la importancia de permanecer "unidos". "El trabajo no acaba aquí, con 25 años; hay que seguir consolidando nuestra profesión".

La celebración de las bodas de plata se completó con una visita a la exposición sobre su historia y dos conferencias pronunciadas por los doctores José Ramón Fernández Hermida y Dana Balas.