"Cuando alguien decide exponer su vida en el mar, en plena noche, a bordo de un bote carente de condiciones de seguridad, es que huye de algo horrible". Óscar Menéndez, fundador y presidente de la organización Human Rescue, lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA , en una mesa redonda que analizó el drama de los refugiados que llegan a Europa.

Menéndez, que intervino con Antonio López, cofundador de la organización humanitaria Red de Madres Sin Red, aseguró que "hay que tener mucho valor para lanzarse a un viaje que muchas veces conduce a la muerte. Desde el momento en el que los refugiados suben a esas barcas están poniendo en riesgo su vida".

Antonio López se mostró convencido de que Europa afronta la crisis humanitaria más grave desde la II Guerra Mundial: "La gente no se da cuenta de que la tragedia está al lado de nuestras casas, y es necesario que la Unión Europea reaccione". Tanto Óscar Menéndez como Antonio López han sido testigos directos del drama de quienes huyen de la guerra buscando salvar sus vidas y las de sus familias. Menéndez ha promovido misiones en la isla griega de Lesbos, a la que arribaron entre 6.000 y 8.000 personas diarias entre los meses de julio y octubre. "Es sobrecogedor ver la llegada de estas personas a las costas griegas, mujeres embarazadas, bebés y niños; yo me siento en la obligación de ayudar", relató.

López criticó los prejuicios que crecen en Europa hacia los refugiados de religión musulmana, "cuando lo que hay es una violación sistemática de derechos humanos sin justificación alguna". También llamó la atención sobre la problemática de los menores que llegan sin conocer el idioma y no son escolarizados: "Poco a poco se están formando guetos y eso es fuente de delincuencia; son gente que huye de una guerra y se les trata como si fueran delincuentes". La avaricia llega al punto de que cuando las mafias que organizan los viajes detectan a alguien con poder adquisitivo, sacan barcos de los desguaces y los botan con 400 personas dentro, según explican los cooperantes. "La solución no es dar 6.000 millones de euros a Turquía, sino destinar recursos a que esta gente no muera en el camino", concluyó.