La sala de vistas de la Audiencia Provincial se convirtió ayer en un lienzo en el que trazar el retrato psicológico de los dos acusados del asesinato de Imran, el niño de 21 meses hallado dentro de una maleta tirada en un matorral del apeadero de La Argañosa en 2014. Los forenses y los psicólogos del Servicio Interdisciplinar de Atención a las Drogodependencias (Siad) y del Instituto de Medicina Legal que examinaron a Fadila Chardoud y a David Fuentes tras su detención coincidieron en afirmar que la joven "finge" y "tiene escasísimos sentimientos hacia la prole (su hijo)", mientras que el hombre padece un trastorno de la personalidad, además de "ser politoxicómano desde muy temprana edad con adicción a la cocaína y al alcohol. Sólo una psicóloga particular, aportada por la defensa de Fadila, afirmó que la acusada "estaba en una situación de maltrato de la que no era consciente".

La quinta sesión de este juicio de nueve días (comenzó el lunes 20 de febrero y finalizará el jueves 2 de marzo) arrancó con la escucha de la llamada que David hizo al 112 hace tres años cuando estaba en busca y captura junto a su novia, Fadila. El cadáver de Imran ya había sido encontrado en el apeadero de tren y sus fotos salían a diario en la prensa y las redes sociales. "Estoy en busca y captura y era para que vinieran a por mí (...) Estoy en el barrio de Las Ventas de León. En la puerta del parque, al lado de un pasadizo de piedra (...) La policía me está buscando por la desaparición de un niño en Oviedo (...) Por favor, no monten espectáculo, yo me subo al coche y que me lleven". En realidad, Fadila estaba con David en aquel parque de León y la Policía Nacional les detuvo a los dos. La jueza reprodujo la llamada dos veces para que los miembros del jurado no se perdiesen ningún detalle por la mala calidad de la grabación.

Llegó el turno de dos médicos forenses que entrevistaron a los acusados y analizaron su cabello y uñas para determinar si consumían drogas. "Nos impresionó mucho el carácter de Fadila. A su edad, 21 años, era un poco fría". Explicaron además que en las muestras apreciaron consumos de hachís y cocaína "de hasta seis meses antes", pero no observaron en ella síndrome de abstinencia, ni signos de maltrato. "Contaba que sólo había inhalado cocaína una vez forzada por su novio. Sin embargo, al decirle que su hijo había sido asesinado no abría la boca. No decía nada de nada".

A David le describieron como un hombre "bastante hundido" que presenta un trastorno de la personalidad, es antisocial, tiene baja autoestima y baja tolerancia a la frustración, y sufre accesos de ira". Fruto de las entrevistas que mantuvieron con él, concluyeron que "la cocaína le arruinó la vida" y gastaba todo lo que tenía en droga llegando a consumir en los portales escondiéndose de los vecinos. Sin embargo, matizaron que la adicción no merma la capacidad cognitiva del individuo y por eso, "David sabía lo que hacía" y distingue entre el bien y el mal. A modo de ejemplo, relataron parte de lo que el acusado les contó. "Cuando vio que el niño no reaccionaba y estaba muerto, trató de reanimarlo haciéndole el boca a boca". Según la versión del padrastro de Imran, a Fadila "se le fue la mano con el pequeño y lo mató". Aunque en su primera declaración confesó ser el autor del crimen.

Dos psicólogos del Instituto de Medicina Legal insistieron en que Fadila finge su malestar en el juicio (intentó agredir a su exnovio llamándole asesino) y su depresión y ansiedad. Para apoyar su afirmación aseguraron que la joven es capaz de pasar de un estado de ánimo a otro en un momento. "Estando con ella en Villabona parecía deprimida, pero al salir un momento la vimos riéndose con otro interno".