En la antigua calle Yela Utrilla -ahora Arquitectos Galán- sólo hay un portal y un negocio de hostelería abierto al público. No es ni mucho menos la más poblada de Oviedo, pero sí que se encuentra a la cabeza de las más beligerantes con el cambio de nombre de las calles franquistas en aplicación de la Ley de la Memoria Histórica. Muchos de los vecinos se conocen de toda la vida y han hecho piña para tratar de que el Ayuntamiento dé marcha atrás en su decisión. "Hemos presentado en el Ayuntamiento 280 firmas en contra del cambio, lo que significa que casi el ochenta por ciento de las personas que viven en esta calle no están de acuerdo con lo que se ha hecho", explica Enrique Rivero, que es el portavoz del movimiento por la defensa de Yela Utrilla.
Juan Francisco Yela Utrilla fue un estudioso y catedrático de Latín, natural de Guadalajara, que a su vez se recuerda por ser un histórico líder de la Falange en Asturias. Además, desarrolló una amplia obra filosófica, científica y literaria a lo largo de su vida. "Podía ser un facha o un ultraizquierdista, pero lo que nos importa es que en su profesión fue un hombre ilustre", asegura el médico jubilado Bernardino Blázquez Menes. Pero lo que más les molesta a los vecinos es que no se haya contado con ellos para llevar a cabo el cambio. "Se trata de un abuso impropio de una democracia en la que el ciudadano debería tener derecho a opinar", añade.
Enrique Rivero va más allá. "Cuando se cambiaron calles para ponerles el nombre de Real Oviedo o Fernando Alonso a la gente le gustó, pero lo que no se puede hacer es obligarnos", destaca el portavoz de los vecinos.
El nombre de Arquitectos Galán hace referencia a Julio Galán Carvajal y Julio Galán Gómez, padre e hijo, quienes fueron dos de los más destacados arquitectos de Oviedo del siglo XX. Los vecinos de la calle aseguran que estaban ligados al socialismo y, aunque respetan su figura, no quieren que luzcan en su placa. "Aquí vivió Ignacio Álvarez Castelao, el arquitecto que hizo el edificio y otras muchas obras importantes, al menos podían haberle puesto su nombre a la calle", defiende Palmira Estrada.
El abogado Miguel Ángel Ybern tampoco está muy de acuerdo con los cambios. "Los negocios van a ser para las imprentas porque todos los comercios van a tener que cambiar toda la papelería y el merchandising. Los que tenemos empresas tendremos que ir al notario, al registro mercantil... Esto sólo sirve para líos", afirma. Lo mismo opina el hostelero Jorge García, que regenta una cafetería en la esquina en la que la calle, que comienza paralera a Federico García Lorca (antes Calvo Sotelo), hace un giro de noventa grados por detrás del auditorio. "Significa un trastorno para todo. Tengo que cambiar las tarjetas, avisar a los proveedores... A mí Yela Utrilla no me suena para nada a franquista, de hecho ni yo ni la mayoría de los clientes a los que les pregunto sabían quien era hasta que empezó todo esto del cambio de calles", señala. Según sostiene, "nos enteramos por Google que Yela Utrilla no tenía nada que ver con la dictadura Franco. Luis Ignacio Peláez lo tiene clarísimo. "Hay cosas mucho más importantes de las que ocuparse que de cambiar el nombre de las calles, pero se preocupan por cosas que ocurrieron hace setenta años", dice.
