Fermín Alonso Sádaba, histórico presidente de la Hermandad de Defensores de Oviedo y desde enero de 2016 presidente de honor de la entidad, falleció ayer, a los 93 años de edad, en el Hospital Monte Naranco. Hasta que la salud se lo permitió, mantuvo viva la llama de la asociación, formada por excombatientes y familiares de fallecidos durante el cerco que sufrió la ciudad durante la Guerra Civil. Fermín Alonso Sádaba, que nunca ocultó su simpatía por el régimen franquista, compartió anécdotas de aquellos tiempos durante varias décadas en la tertulia en la que participaba en la cafetería Lira. Era el octavo de los nueve hijos del capitán Simón Alonso y desde hace un tiempo residía en un geriátrico en el centro.

Alonso Sádaba nació en Menorca y su familia se desplazó a Oviedo cuando tenía un año. Lo hizo siguiendo la carrera militar del padre, que fue trasladado a la caja de reclutas del Gobierno Militar de Asturias. Cuando se proclamó la República, vivía en Santullano, junto al cuartel del Regimiento "Príncipe", pero para cuando estalló la Guerra Civil se había mudado a la calle Postigo Bajo. Tenía entonces 13 años y pasó a formar parte del Frente Juventudes. Lo hizo, tras pasar unas pruebas, como jefe de centuria. Poco después, durante el cerco a la ciudad, en 1937, le nombraron jefe de los enlaces. Vivió entonces una de las historias que recordaba con frecuencia. A finales de 1936, Fermín Alonso Sádaba mandaba a un grupo de chicos encargados de proteger los talleres de "Avance", donde se fundaría después LA NUEVA ESPAÑA. Como él mismo contó en las páginas de este periódico, estuvo presente el día en que se imprimió por primera vez: "El día 16 de diciembre se hizo una prueba y luego vi salir el primer número".

Al concluir la guerra retomó los estudios en el colegio de los Maristas y empezó a trabajar como administrativo en el Instituto Nacional de Previsión, donde desarrolló una carrera profesional de cuarenta y dos años. En los últimos tiempos dio vueltas a la idea de crear un museo para recoger la estatua de Tejeiro, el medallón de Franco y otros símbolos que se han ido retirando en la ciudad en aplicación de la ley de Memoria Histórica. Entre ellos, los carteles con los nombres de las calles que ya han desaparecido de las fachadas y los que está previsto que desaparezcan con el último cambio de las denominaciones impulsada por el tripartito. Estos objetos se unirían a los fondos que ha ido acumulando la Hermandad de Defensores desde su fundación en los años 50.

La Comunión Tradicionalista del Principado de Asturias emitió ayer un comunicado para despedir a un hombre que, pese a no ser carlista, siempre mantuvo "relaciones cordiales y de colaboración" con la organización. En el texto se alaba el tesón con el que trabajó por la Hermandad de Defensores, "a la que se dedicó en cuerpo y alma". El funeral tendrá lugar hoy en la iglesia de San Francisco de Asís (plaza de la Gesta, ahora del Fresno). Sus restos serán luego incinerados en el tanatorio El Salvador.