La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cronista oficial de Las Regueras

Historias de mujeres de Las Regueras

Las madres y abuelas sacaron adelante a muchas familias del concejo realizando trabajos como escoberas, tratantes de ganado o vendedoras de avellanas

Cela, vendedora de avellanas, rodeada de niños en una imagen tomada en agosto de 1959. R. RODRÍGUEZ

Como en marzo se celebra el Día de la mujer trabajadora, nos pareció oportuno traer a la memoria historias de algunas mujeres que, con un trabajo complementario al de la casa y la casería, sacaron adelante a su familia.

La mujer en el campo trabajaba de todo. Ayudaba al marido o a los padres en las tareas propias de la tierra y del ganado, criaba a los hijos, cuidaba de los mayores, atendía la casa, lavaba en la fuente o en el río, amasaba el pan, cosía y remendaba la ropa, iba al mercao y, si era viuda, entonces, procuraba buscarse además un trabajo exterior, puesto que no había pensiones ni nada parecido.

En una sociedad tan machista fueron heroínas, la inmensa mayoría anónimas, pero todas trabajadoras en exceso. Fueron unas luchadoras valientes, porque con su esfuerzo, su tesón y muchos sacrificios lograron salir adelante. Ellas, y el resto de mujeres regueranas, hicieron que el concejo fuese un poco mejor. Vamos a traer al recuerdo a un puñado de ellas que destacaron de algún modo.

Escobera. Facunda Canor, de Biedes. Junto con su marido e hijas fueron los últimos escoberos de Biedes. Las llevaba a vender en burro, llevaba 50 o 60 en cada viaje y las tenía encargadas. Vendía a algunas carnicerías, en la cárcel, en la estación de Económicos, en La Cadellada y alguna por la calle. Después de la guerra el precio era de 1,50 a 2 pesetas. También recogían piñas para vender en Oviedo para encender la cocina. Esta parroquia debía tener tradición de hacer escobas porque como dice la canción: "Tengo de casame en Biedes, que me gusta la limpieza, como son escoberinos tienen la casa muy fresca".

Tratantas. Encarna Candás, que nació en Casa Candás en El Escamplero en el año 1889. Se dedicó a comprar mercancía en los "mercaos" de Grao para luego revenderla en Oviedo. Compraba a la gente de los pueblos, que se lo ponían un poco más barato, y vendía sobre todo para colegios de Oviedo. A éstos vendía sacos de fabes, de nueces, de avellanes. Esta mercancía, para los colegios de los dominicos, jesuitas, maristas, teresianas, ursulinas, dominicas... no la traía ella en el burro, se lo llevaban en una camioneta de aquellas destartaladas a la plaza. También conseguía café en Oviedo y tabaco en la Tabacalera, a través de una amistad con una señora llamada doña María, y lo vendía al casino de Grao. Esto era de estraperlo, porque no lo había. Elvira Estébanez, más conocida por Elvira Manzano, nació en Santullano en 1916. Fue viuda de guerra a los 22 años, con dos hijos de 9 meses y 3 años. Empezó a ir a los mercaos de Grao y de Oviedo, compraba mercancía a la gente de los pueblos que llevaba las cosas de la huerta a vender, y ella la revendía los jueves y los lunes en Oviedo. Al igual que ella lo hacían Dolores de Carlos, de Tamargo, Nola el Bache y Catalina Rufa. Se juntaban en El Escamplero y tenían una contraseña, cada una tenía una piedra que colocaba en un lugar determinado, y así sabían si esperaban o si la compañera ya se había adelantado.

Llevadoras de comida a los obreros. Artema "La Rasa", nacida en Santullano, más tarde conocida por Artema "La Berruga", se ganó la vida llevando comidas para los obreros de San Claudio. Llevaba muchas comidas que previamente recogía en casa de los obreros. Tenía un burro y en las alforjas llevaba leche, café, vino, y en la cabeza, en una enorme goxa las comidas, la de cada uno en su potina. Lo mismo hacía Delfa El Cachano, Telva El Bache y Consuelo la Pachulina que llevaba comidas a los obreros de la Fábrica de Armas de Trubia.

Jabonera. Aurora Puxarra nació en Mariñes. Después de la guerra empezó a vender jabón que fabricaba ella misma por las casas; unos pagaban con dinero, otros lo cambiaban por cosas de comer, como fabes, morcilla, tocino, patatas o maíz. Parte de lo que ganaba lo vendía en otras casas, para no traer tanto peso. Ángela la pescadera vivía en El Trechoriu. Se quedó viuda muy joven con 7 hijos y se dedicó a vender pescao. Compraba la caja de pescao en Trubia a los vendedores de Cudillero y la llevaba sobre la cabeza con una rodiella, tapada con un paño para que no le diera el sol.

Avellaneras. María el Capitán de Otero, Cela y Dulia La Campa de Santullano, Concha Pedro, de Biedes, Pilar de La Campiella... Vendían avellanas turradas por todas las romerías junto con golosinas y algunas baratijas.

Compartir el artículo

stats