Decenas de estudiantes de segundo de Bachiller se quedaron ayer impactados al oír hablar a Araceli Ruiz, una "niña de la guerra" de 93 años que fue a su Instituto a contarles su vida en lugar de dejar que estudien los estragos de la Guerra Civil en los libros de texto. Los alumnos del Aramo, en la calle Trece Rosas, guardaron un silencio absoluto mientras la mujer narró pausadamente sus experiencias en la Unión Soviética, Uzbekistán y Cuba. "Un 23 de septiembre de 1937 salí de España en un barco carguero con mis hermanas y no volví a ser la misma. Me convertí en refugiada".

Así empezó su relato Araceli, que estuvo flanqueada en una mesa central del salón de actos del Instituto por Dolores Cabra, de la Asociación Guerra y Exilio; Francesc Olivé, del Archivo Nacional de Cataluña; el responsable de Memoria Histórica de IU de Asturias, Roberto Ruiz; y por Pepe García, profesor de Historia en el Aramo. Ella fue uno de los 1.100 niños que salieron entonces del Musel con destino a la URSS huyendo de los disparos y las bombas. Tenía 13 años y la acompañaron su hermana mayor de 22 años y que además era educadora, y las pequeñas de 11 y 5 años.

En ese momento de la narración Araceli cerró los ojos y dijo: "Nos metieron en la bodega de aquel barco. No hubo discursos ni despedidas, sólo una bombilla pequeñita. Un niño lloraba y decía que le dolía un dedo. Lo recuerdo y me estremezco".

Su rostro se iluminó al hablar de su estancia en La Habana en la década de los cincuenta. Trabajó como traductora después de salir de la URSS por el estallido de la segunda Guerra Mundial y de haber vivido un tiempo en Samarkanda. "El Che Guevara me ayudó a reunirme en Cuba con mis padres siendo refugiada. Fueron unos meses. No nos veíamos desde que monté en el barco".

Las vivencias de Araceli y las de otros "niños de la guerra" forman parte de una exposición itinerante que hasta el 12 de marzo estará en el Archivo Histórico de Asturias y puede visitarse de lunes a viernes de 10 a 13 y de 17 a 20 horas. La organiza IU y el Partido Comunista en colaboración con el Archivo Nacional de Cataluña, la Fundación Nostalgia y la asociación AGE (Archivo, Guerra y Exilio).

Araceli regresó a España en 1980 y no volvió a marcharse "por si acaso". Se había licenciado en la URSS como economista pero no le reconocieron el título y buscó trabajo alternativo. "Me lo dieron los dueños de la cadena hotelera Celuisma. He aprendido a ser agradecida".