La asamblea convocada ayer en el Auditorio Príncipe Felipe por una mayoría de asociaciones vecinales que trabajan en el municipio de Oviedo para pedir explicaciones al equipo de gobierno sobre sus planes de modificar el reglamento de los distritos se convirtió en un diálogo acalorado, a ratos tenso y de final pacífico entre dos modelos de movimiento vecinal. Los que llevan quince años o más trabajando en los barrios exigen que no se modifique el reglamento de distritos, que se participe a través de los cauces establecidos y "temen", o "muestran su preocupación", como luego se matizó, que los planes del tripartito sean "meter a los amigos de turno para montar un amagüestu y corromper los distritos".

Esas fueron las palabras de Miguel Clemente, de la asociación de afectados por la movida, más claras y más altas pero en sentido muy parecido a las expuestas por otros representantes vecinales del Fontán, Vallobín o Longoria Carbajal. Y de entre las voces opuestas, muchas y variadas también, la que más alto y claro le respondió fue la de Nuria Álvarez, una vecina que reclamó el derecho a participar "de los amiguitos y de los que no son amiguitos, porque ese otro modelo de sólo los amiguitos es a lo que nos tiene acostumbrado el Ayuntamiento en los últimos 25 años".

Lo que evidenció la reunión, con un centenar de participantes, fue que a la nueva y vieja política también le han salido nuevos y viejos movimientos vecinales. Las asociaciones veteranas, casi todas a excepción de FAVO, que se desvinculó de la convocatoria, quieren que el equipo de gobierno dé recursos a los distritos, que se les permita funcionar, que "no se les utilice como monigotes" y que no hagan modificaciones hasta que el modelo no esté en marcha realmente.

Del otro lado, un bando que incluyó ayer a las plataformas "SOS Viejo HUCA", "Imagina un bulevar" o la nueva plataforma "Villa Magdalena", todas con la misma idea, se invitó a los veteranos a que "pierdan el miedo a que todos puedan participar". Nacio González, del primero de los colectivos citados, lo hizo con un expresivo "tenemos que querernos un poco más". Otro participante insistió en rebajar las exigencias de cumplimiento de la normativa que reclamaban representantes vecinales como Ana Balbín, del Fontán. "Lo que es de obligado cumplimiento es la biblia", le dijo, "las leyes se pueden cambiar".

La cuestión es cómo se cambian. Gonzalo Otero, de la asociación de Longoria Carbajal, resumió el dilema como la oposición de un "modelo de participación democrática" frente al "modelo activista", que, aseguró, defiende el tripartito. El primero explicó, en sintonía con otros participantes, "lleva al orden", y el segundo, a "los desastres" y "la anarquía".

Aplaudidas unas y otras intervenciones y sofocados algunos conatos de broncas, hubo pocas voces de consenso. Una de las excepciones fue Jesús García, de Asparve. Aunque negó la mayor de la convocatoria y explicó que en su distrito no había problemas, reclamó a todos los presentes que tuvieran en cuenta "que hoy tenemos un tripartito que se sostiene con pinzas, pero luego llegarán otros, un bipartito de PP, PSOE o Ciudadanos, y también querrán controlar los distritos a su manera, arrimar el ascua a su sardina, por eso tenemos que ser capaces de estar unidos, para que sepan que estamos enfrente".

El tripartito sí acudió (también el PP, Ciudadanos y hasta Foro). Pero las riendas del debate las llevaron los vecinos de una y otra corriente. Los concejales se limitaron a explicar que no hay una propuesta formal para modificar el reglamento y que la nueva figura que quiere introducir Wenceslao López no tiene nada que ver con los alcaldes de barrio. Eso y entonar un sentido mea culpa. "Cometemos errores, somos inexpertos, sí, nos está constando muchísimo poner los distritos en marcha", admitió la concejala de Somos Andrea Álvarez.