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Al final de la semana

Colloto lucha en solitario

Ningún político acompaña a los 400 vecinos que salieron a la calle a pedir protección para sus familias

Colloto lucha en solitario

Al tripartito ovetense se le debe reconocer su habilidad para la protesta. Es un gobierno y, como tal, la exposición a la crítica es alta. Pero tantos años de PP tuvo la ciudad, y tan señalados son algunas de sus agujeros negros, que la gran protesta se dirige todavía contra ellos. A los populares señalan las pancartas del público en los plenos, como si nada hubiera cambiado en la bancada de concejales. Tienen además en Somos la escuela de la calle de Podemos. Lucen ese don más en la sala de máquinas que luego sobre el tablero. La calle, la gente, la participación... son sus banderas; y las abrazan con mensajes universales, propuestas que nadie negaría. ¿Quién no desea el bien para todos?

Pero el discurso sobre la participación ciudadana se tambalea desde hace unos días. Resulta que en Colloto temen por su seguridad. Que hay problemas en el barrio. Y que 400 vecinos salieron a la calle para pedir ayuda. Reclaman protección, un lugar confortable para sus hijos. Más vigilancia policial, más patrullas, quizá agentes de proximidad; que les echen una mano. No se les ha oído una sola palabra de política. Han pedido por su gente, por sus niños. Poco les importa si se pone manos a la obra la Guardia Civil, la policía de Oviedo o la de Siero, en ese barrio-pueblo con fronteras difusas pero problemas concretos. Lo decían sus pancartas. "Basta ya de maleantes y mangantes". No puede ser más claro; ni más universal. ¿Alguien a favor de maleantes y mangantes? Nadie con mando se puso a su lado. Nadie se movió desde la plaza de la Constitución. Una convocatoria del distrito no habría sobrado. Estar al lado de los vecinos es ponerse con ellos cuando sabes que te van a reclamar acciones y no hacerlo solo cuando te aseguras un coro contra Gabino de Lorenzo y sus caballos o contra Caunedo como heredero del otro.

El patinazo llega en una semana con los vecinos en alerta. Un titular de Ana Taboada en este periódico encendió las alarmas entre el sector tradicional del movimiento de los barrios. La teniente de Alcalde apuntó hacia un cambio de modelo. Sugirió abrazar el asambleario patrón del 15-M. Y a los reglamentistas, a los de siempre, se les erizaron los bigotes. Se agruparon en un gran colectivo y convocaron un encuentro con el tripartito para aclarar la cuestión. Les faltó muy poco para que les dieran con la puerta en las narices. En esos movimientos hay muchos elementos que la maquinaria de Somos identifica con el PP y su antiguo entramado de alcaldes de barrio, ahora dispersos entre asociaciones aquí y allá. Y no pensaban sentarse ante ellos a explicar nada. El PSOE andaba en una idea similar. Fue Iván Álvarez (IU) quien tomó la decisión de darle la vuelta a lo que consideraba un grave error. Se vio con el Alcalde, que lo desbloqueó. Con Somos no fue tan fácil. Consideraban aquello un acto del PP y una infamia hacia su concejalía estrella: Participación. Creían que era el pueblo quien debía contestar a esos vecinos. El pueblo, para Somos, son esos a los que sugiere dar cabida en unos distritos que no logra domar: plataformas y movimientos populares escorados hacia el activismo izquierdista.

Finalmente, Somos envió a su edil Andrea Álvarez. En una de sus intervenciones se escudó en la inexperiencia como gestores de los podemistas. Esa tarde de jueves lo que hubo fue una confrontación de modelos. A ambos lados iban cargados de política. Quizá la participación tendría que mirar a los barrios sin miedo. Sin miedo a la crítica, a que pidan cosas. Y visitarlos. Ir a La Florida, a Las Campas... A Colloto.

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