El incendio que arrasó el almacén de un bazar chino en la avenida de Pumarín el pasado jueves 9 de febrero ha desatado la psicosis entre los vecinos de la ciudad. Las llamadas de alerta a los Bomberos de Oviedo que al final quedan en nada se han doblado desde que el fuego devoró la tienda asiática y obligó a desalojar a un centenar de vecinos de los edificios colindantes.

Este tipo de llamadas equivocadas resultan siendo sucesos de escasa importancia pero obligan a un importante y llamativo despliegue de medios. Según las cifras que maneja el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) del Ayuntamiento ovetense, el porcentaje de lo que los especialistas califican "falsas alarmas" (no confundir con llamadas falsas) prácticamente se ha doblado. La tipología de estas alertas va, desde el pánico de algún vecino que cree que en el portal huele a gas o gasoil, al miedo que genera ver humo saliendo de la chimenea del edificio tras limpiar una caldera. También generan llamadas de emergencia la sospecha de que a algún amigo o familiar -generalmente mayores que viven solos- le ha ocurrido algo o está desvanecida en algún lugar de su domicilio. Otras veces, un simple cable recalentado en una cocina genera el despliegue.

Desde que comenzó el año en curso y hasta los primeros días de este mes, los bomberos de la ciudad han realizado un total de 262 intervenciones entre incendios, salvamentos y asistencias técnicas. De ellas, 164 se realizaron entre el 1 de enero y el 8 de febrero (39 días). En este tiempo se produjeron ocho falsas alarmas, lo que suponen una casi cada cinco días. Porcentualmente esto se traduce, en que el 4,87 por ciento de todas las salidas realizadas en este tiempo por los bomberos ovetenses se quedaron en nada.

Tomando como punto de partida el día 9 de febrero, fecha en la que, a las 9.30 de la mañana se produjo el incendio en el bazar chino de Pumarín, los datos muestran cómo las llamadas de los vecinos a la centralita del cuartel del Rubín se han doblando prácticamente cuando se comparan con las semanas previas. Así, entre el 9 de febrero y el 3 de marzo (23 días) el SEIS realizó un total de 98 intervenciones, de las que ocho fueron falsas alarmas. Esto supone que cada 2,87 días se ha producido un conato de incendio que nunca llegó a ser realmente peligroso, lo que supone un 8,16 por ciento del total de las intervenciones. Esto es casi el doble de lo que venía ocurriendo hasta el momento del siniestro en el bazar de la avenida de Pumarín.

Las alertas de este tipo que se produjeron desde el día de Año Nuevo hasta la víspera del fuego en Pumarín se centraban avisos de posibles incendios en cocinas. Una vez allí, los bomberos comprobaban que, por ejemplo, solo se trataba de un cable de la instalación eléctrica que se había recalentado. En otro caso, en Naranco, saltaron las alarmas por llamas en una zona verde. Resultó una quema controlada de rastrojos. También fueron frecuentes las llamadas por olor a gasoil o a gas. Todo quedó en un susto. Lo mismo ocurrió con un supuesto intento de suicidio. Cuando llegaron al lugar los servicios de emergencia no había rastro del suicida.

Humo

Ya en las semanas posteriores al suceso de Pumarín, hubo falsas alarmas, por ejemplo, en la calle Campoamor. Aquí un vecino llamó asustado a los Bomberos al creer que se quemaba un edificio al ver mucho humo. Los servicios de emergencia desplegaron el operativo (camión-escalera, vehículos de apoyo...) hasta que comprobaron que el humo procedía de la chimenea de la caldera de la calefacción, en plena operación de limpieza. En este periodo también hubo, al menos, dos avisos por fuertes olor a gas y un falso incendio en un garaje.

En este punto también hubo dos avisos para rescatar a personas que se temía habían sufrido algún tipo de percances en sus casas. En el primer caso se recibe una llamada en el cuartel del Rubín alertando de que hay una persona que no contesta y que "posiblemente se encuentre en mal estado". Los bomberos accedieron al piso para descubrir que el supuesto accidentado estaba durmiendo. En el otro caso se repitió prácticamente la secuencia, sólo que en esta ocasión la supuesta víctima abrió la puerta cuando, antes de entrar por la fuerza, los miembros del equipo de rescate llamaron al timbre.

En los últimos días, los bomberos también han tenido que acudir a otros sucesos menores, con el conato de incendio en la calle Murillo (barrio del Milán) que obligó a un gran despliegue de medios. Al final, todo quedó en un susto, ya que el incidente se centró en un aparato de televisión que se había quemado para romper la tranquilidad del vecindario.