La persiana bajada del restaurante La Goleta llamó ayer la atención de los ovetenses que pasaron por la calle Covadonga a mediodía. Que uno de los locales más emblemáticos de Oviedo estuviera cerrado a la hora del vermú en pleno mes de marzo era raro. El pestillo seguía echado cuando dieron las dos y algunas personas se acercaron a comprobar si había algún cartel. Aquello era aún más raro. Cuando por la tarde todo permanecía igual, un rumor empezó a extenderse por la ciudad: El local había cerrado definitivamente. Laura Antón, que regenta el negocio desde hace unos años, lo confirmó a LA NUEVA ESPAÑA. "La fuerte crisis económica y la competencia infinita" han obligado a cerrarlo. Y no sólo eso. Pasará lo mismo dentro de dos días con el otro establecimiento familiar, Casa Conrado, en la calle Argüelles. "El disgusto es muy grande, pero antes de bajar la calidad y el servicio es mejor dejarlo"

Laura es hija de Marcelo Conrado Antón, el hostelero que abrió La Goleta en 1980 tras hacerse cargo de Casa Conrado, el restaurante que fundaron sus padres -los tinetenses Conrado Antón Díaz y Jesusa Pertierra- hace cuarenta y siete años. Después, Laura y su hermano Javier se pusieron al frente de los dos establecimientos, ella en La Goleta y Javier en Conrado, para continuar con la tradición y permitir que su padre se tomase un descanso al sufrir un percance de salud.

Los abuelos de Tineo dejaron una huella imborrable en el panorama gastronómico y hostelero asturiano. Atendieron "El Recreo" en la capital de su concejo; trabajaron en el "O Pexeiro" de Madrid; abrieron en 1951 en la calle Melquíades Álvarez de Oviedo el desaparecido "Auto-bar"; e incluso tuvieron "El Asturias" en Medina de Rioseco. Sin duda, el restaurante del matrimonio que alcanzó más fama por su nivel culinario y por su ambiente social y cultural es Casa Conrado, que curiosamente se llamó primero "El Cervantes" y estuvo en otro local de la misma calle.

"Hemos velado por mantener el mismo nivel y el mismo personal con "maîtres" muy profesionales que llevan trabajando para nosotros más de cuarenta años. No cerramos porque queremos, sino porque no queremos endeudarnos o deber dinero a la plantilla. Somos una familia". Laura Antón explicó profundamente emocionada que ella y su hermano están realizando los trámites de los cierres y que, en un principio, esperarán hasta el domingo para bajar la persiana de Casa Conrado. De hecho, ayer era posible comer allí y los trabajadores respondían amablemente al teléfono: "Es verdad, el restaurante cierra sus puertas, pero puede venir hoy si lo desea".Reacciones

Las reacciones no se hicieron esperar. Ese fue el caso del cocinero Pedro Morán. Es el presidente del grupo Fomento de la Cocina Asturiana al que pertenecen los restaurantes Conrado y La Goleta. "Es un mazazo para la hostelería asturiana y española al desaparecer dos referentes. Se trata de establecimientos insustituibles con historia y empaque".

Si en algo coinciden los habituales de estos dos clásicos de la gastronomía de Oviedo es en afirmar que los locales eran mucho más que restaurantes. Allí se hicieron tertulias, se fallaron premios, se organizaron veladas culturales y se convirtieron en parada obligatoria de personajes de la categoría del lingüista Emilio Alarcos -que incluso hoy da nombre a un rincón de Casa Conrado- o del locutor Luis del Olmo cada vez que viene a la capital asturiana. Así, la catedrática de Lengua y viuda de Alarcos, Josefina Martínez, apenas podía creerse que los restaurantes cerrasen sus puertas. "Es una bofetada muy grande, una puñalada en el corazón. En Casa Conrado hay un pedazo de mi vida y de mi corazón. Emilio y yo éramos habituales, en los setenta sólo nos faltaba dormir allí", comentó.

El empresario Manuel Cosmen Adelaida definió su relación con los Conrado Antón como estrecha debido a que acude con frecuencia a La Goleta a celebrar comidas familiares y en otras ocasiones a debatir en la tertulia "El Urogallo" con un grupo de amigos. "Tengo una relación sentimental con ese restaurante y su desaparición me hace pensar que la hostelería clásica ovetense cada vez sufre más mordiscos".

Otro de los miembros de esa tertulia, el periodista Luis José de Ávila, cree que "Oviedo pierde dos señas de identidad que han sabido labrarse amigos fieles a los largo de más de cuarenta años gracias al trabajo de toda una familia". De la misma opinión es el pintor Manolo Linares, que cree que la mejor manera de describir los dos establecimientos es usando una frase muy de Oviedo: "Ante la duda de dónde ir a comer, Conrado o La Goleta".