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Los expertos piden reducir la protección del Antiguo para "acabar con tanto bar"

Los urbanistas advierten de que los males del barrio "no son los grafitis o el 'botellón'", sino que "se ha convertido en un parque temático"

Un vecino camina por la calle Santa Ana. LUISMA MURIAS

"Hay que reducir la protección del Antiguo para acabar con tanto bar, para que el casco histórico no sea un monocultivo del ocio nocturno y del turismo". Así de claros se muestran varios urbanistas consultados por LA NUEVA ESPAÑA sobre las soluciones que hay que poner en marcha para dar un giro a la situación del Antiguo después de que el alcalde, Wenceslao López (PSOE), abogara por recuperar el proceso de peatonalización de la zona vieja cerrando al tráfico la calle Fruela, el primer tramo del Rosal, Pozos, Ramón y Cajal, Paraíso y Mendizábal. Los arquitectos creen que las nuevas peatonalizaciones, de ser necesarias, deben formar parte de una filosofía más ambiciosa que debe pasar por fomentar la apertura de pequeños comercios ajenos a la hostelería, "repoblar" el barrio y permitir que la arquitectura del siglo XXI entre en el casco antiguo.

El urbanista Víctor García Oviedo inicia su reflexión haciendo historia y regresando a mediados de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, "cuando en todas las ciudades españolas se produjo un proceso de protección de sus cascos históricos" para salvarlos de la decadencia en la que estaban sumidos. Pero con tanta protección, "se acabaron convirtiendo en espacios baldíos. Se les ha protegido tanto que corren el peligro de morir en perfecto estado de salud".

García Oviedo afirma que "hay que quitarse el miedo de conciliar diversos usos en los cacos históricos. Hay que dotarlos de vida, hay que permitir que se instale actividades comerciales, productivas, talleres...". Y añade que "hay que tomar conciencia que verdadero problema del Antiguo no son las pintadas o el 'botellón' y asumir de que se trata de una parte más de la ciudad y como tal debe ser tratada. Eso sí, hacerlo con cuidado, pero hay que hacerlo". El urbanista baja al detalle y pone como ejemplo lo sucedido con la ampliación del Bellas Artes, en el que se "ha tratado de tapar con la fachada antigua un edificio moderno. Ni se deja morir a lo viejo, ni crecer a lo nuevo". Y es que con tanta protección de fachadas, edificios, locales... el casco histórico "se ha convertido en un parque temático, en una escenografía teatral" que acaba pareciendo artificial. ¿Y los bares? "Los monocultivos siempre son malos. Da igual que sea de locales de copas o de tiendas de animales". García Oviedo entiende que en los cascos históricos "siempre habrá bares", pero que se han multiplicado "debido a que han tomado el lugar que no han ocupado otras actividades".

La lectura que García Oviedo realiza del problema de la zona vieja coincide mucho con las reflexiones que realiza su colega Felipe Díaz-Miranda, que también pide revisar la protección del Antiguo. ¿Por qué? Por un lado, dice, tanto proteccionismo "arquitectónicamente ha congelado en el tiempo" al barrio. "Hasta ahora cada época histórica ha ido dejando su huella arquitectónica, pero esta riqueza se ha perdido ya que no se han dejado que la arquitectura del siglo XXI tenga cabida". De ahí que abogue "por una revisión a fondo de las protección de las fachadas, seleccionar los edificios que realmente tienen valores arquitectónicos y el resto que sean pasto de la rehabilitación absoluta".

Pero para Díaz-Miranda algo vital pasa por "recuperar el tejido residencial del barrio" y "volver a la ciudad romana con bloques en el que vivían todas las clases sociales, con un comercio en el bajo. Si no hay niños, ancianos... no hay ciudad". De esta manera, se acabaría con "el parque temático de bares y turismo en el que se ha convertido el Antiguo"

¿Y qué pasa con la intención del Alcalde de recuperar las peatonalizaciones? Díaz-Miranda apunta que "no sé que queda por peatonalizar". Y va más allá asegurando que la peatonalización "es una medida dilatoria para no enfrentarse realmente al problema. La peatonalización no es una alternativa ni solución para el Antiguo".

De cerrar las calles del Antiguo -las que restan- al tráfico también habla el arquitecto Javier Calzadilla. De entrada, el urbanista dice que cualquier decisión "tiene que estar basada en estudios técnicos porque con buena voluntad no basta. Espero que no sea una ocurrencia y que exista algún estudio detrás". En este punto, Calzadilla rememora que peatonalizaciones como las de Matemático Pedrayes "se hicieron y no sirvieron para nada". Por eso recomienda al Consistorio que "hay que ser más rigurosos" y la redacción "de una vez por todas de una plan de movilidad urbana sostenible. No se puede andar haciendo cosas a trocitos".

Por su parte, Fernando Nanclares reconoce que aún no se ha formado una opinión sobre el asunto, pero señala que cuando se ejecutaron las anteriores peatonalizaciones "no se basaron en nada, salvo en la intuición del Alcalde (Gabino de Lorenzo)". Eso sí, advierte de que la calle Fruela o Mendizábal "son aliviadoras de mucho tráfico", y que cuando la última se corta al tráfico en San Mateo "se nota mucho". Nanclares espera que si al final salen adelante las nuevas peatonalizaciones "se tenga en cuenta la convivencia entre el peatón y el coche".

Mientras, Alfonso Toribio, exdecano del Colegio de Arquitectos de Asturias, afirma que "hay que repensar el Antiguo. La zona ha pasado por muchos avatares, pero hay que pensar detenidamente lo que se quiere hacer". Por ejemplo, el Alcalde quiere recuperar el plan especial que Francisco Pol redactó en los años 90 para el Antiguo. Toribio afirma que "lo que aquí hizo fue bastante racional. Pol sabe lo que hace". Por contra, Felipe Díaz-Miranda considera que "ya han pasado muchos años", y aunque alaba el documento de Pol, considera que "está amortizado" y que hay que "hacer otro".

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