Pelayo Lastra no daba abasto ayer en Casa Conrado. Cada vez que iba a atender clientes sonaba el teléfono -tanto el fijo como el móvil- o viceversa. Y cuanto más crecía su actividad, más lo hacían los nombres del libro de reservas. El "maître" de Casa Conrado apuntó con letra pulcra las mesas a dos días vista. Salvo una decisión de última hora que sólo alargaría un poco más la vida de este restaurante de 47 años, el local cerrará sus puertas después del servicio de mañana, Día del padre. "Estoy que no me lo creo. Precisamente el domingo hace 41 años que trabajo aquí. Después no sé qué haré. En mayo cumplo 60 años. Prefiero no pensar". Visiblemente emocionado, Lastra no perdía la compostura y volvía tras la barra de entrada.

Celestino Pérez Álvarez "Tino" entró a eso de las 10 de la mañana con una de sus nietas. Es uno de los habituales de Conrado porque no falta a su cita diaria desde hace más de cuatro décadas. "Aquí si no vienes te ponen falta", dijo en tono de broma antes de explicar que cuando trabajaba en el antiguo HUCA iba al restaurante a mediodía y volvía a la salida del turno, además de comer cada sábado con un grupo de ocho o diez amigos. "Hacíamos la ruta: Conrado, Niza y el Ovetense. Y años antes también íbamos al Auto-Bar que montaron Conrado Antón y Jesusa Pertierra en Melquíades Álvarez".

A los pocos minutos entró apresuradamente una empleada de Camilo de Blas. "Madre mía. Lo he leído en el periódico. Qué pena más grande". Charló un rato con el personal y los parroquianos que se iban congregando, se fue, cruzó la calle y entró de nuevo en su pastelería. De la cocina de Casa Conrado salió de vez en cuando a saludar el cocinero Jesús Martín. Lleva 26 años en la casa y al igual que los otros seis trabajadores -dos camareros, otros dos cocineros y dos limpiadores- no perdió la profesionalidad mientras preparaba arroz con rabo y lechazo. "El anuncio del cierre fue de golpe y porrazo. Nos cogió a todos por sorpresa. Nos citaron el miércoles en una notaría y nos lo dijeron. La cosa va regular, pero no para cerrar".

Cinco minutos antes de que dieran las doce de la mañana aquello estaba lleno de gente, sobre todo de jueces de la sala de lo Civil y de lo Penal. El personal del Tribunal Superior de Justicia de Asturias forma parte de la clientela fiel. El "maître" encendió la televisión. Puso el sorteo de la Champions para contentar a los de las peñas de fútbol, que junto a los tertulianos de Conrado y La Goleta -que cerró definitivamente el jueves- son legión y les gustaría "hacer la última tertulia en un lugar histórico".

También fue por allí uno de los antiguos camareros, José Juan Sánchez, dispuesto a disfrutar de "su otra familia"; las personas con la que comparte mesa semanalmente en el restaurante de los Conrado Antón. "Trabajé aquí diez años y me fui hace dos. Mi primer día tuve a Gabino de Lorenzo en una mesa y a Vicente Álvarez Areces en otra, aluciné. A los pocos días le serví al expresidente de México Vicente Fox, pero era lo normal aquí".

A la hora de comer llegó Javier Antón, hijo de Marcelo Conrado Antón Pertierra, y que lleva las riendas del restaurante desde hace unos años. Doce personas ocuparon una mesa y varias parejas y grupos se sentaron en el resto. Algunos comieron en el rincón de Alarcos, una esquina decorada con fotografías del lingüista y una escultura de "La Guisandera" en homenaje a Jesusa Pertierra, la abuela de Javier que abrió junto a su marido ese local. Otros pasaron la sobremesa cerca de la foto de un joven Felipe de Borbón dejando su firma en el libro de visitas. Y hubo quien se acordó de uno de los viejos "maîtres", Saturnino González, que se jubiló en el restaurante en 2010 y falleció el año pasado.