A los vecinos y negocios de la antigua calle Teniente Alfonso Martínez no les ha sentado muy bien que el Ayuntamiento haya cambiado el nombre de la vía para bautizarla como Amparo Pedregal, aplicando así la ley de Memoria Histórica y con la intención de destacar la figura de una profesora con una larga trayectoria en la Universidad de Oviedo. Pedregal falleció en el año 2015 siendo uno de los referentes nacionales en la teoría y trayectoria histórica del feminismo.

Los ovetenses que residen en esta zona, a la vera del campus del Milán, consideran que el cambio se ha llevado a cabo "por detrás y sin contar con los vecinos", algo que es "mucho más grave" que mantener un nombre con el que ya se sienten identificados y que "para nada recuerda al franquismo", según sostiene el jubilado José María Requilón.

El teniente Alfonso Martínez Alonso fue uno de los militares que participaron en la contienda de Oviedo por parte del bando franquista, pero en la calle no hay muchos que lo sepan. "Pero si nadie anda dándole vueltas a esas cosas. Eso son los políticos. En la Guerra Civil murieron de uno y otro lado, por lo que no hay que remover más las cosas", señala Requilón. En su opinión, "lo peor es que no han contado con los vecinos para hacer el cambio" y eso es lo que más escuece en la barrio. "Cuando algo viene impuesto por narices nos molesta, es la naturaleza de los españoles", añade.

Luis Alonso, gerente de un conocido negocio de recambios para automóviles, se mantiene en una línea similar. "Los cambios que se están haciendo en Oviedo, en general, me parecen absurdos. Lo único para lo que sirven es para liar la madeja", afirma. Además, la aplicación de la ley de la Memoria Histórica también afecta a la caja de la empresa. "Tenemos que cambiar las tarjetas de todos los comerciantes y las que tenemos en la tienda, los albaranes, conseguir que los proveedores, que son muchos, se acostumbren al cambio... Evidentemente no supone ninguna ventaja y sí que trae consigo muchos inconvenientes", subraya.

Hay quien piensa, como es el caso de Alfredo Rodríguez, que la modificación de las placas franquistas "es una pérdida de tiempo y de dinero". Él se vino a vivir a la antigua calle Teniente Alonso Martínez "porque me gustaba la zona y porque mi piso es muy soleado", jamás pensó en mudarse "porque el nombre de la calle". Así, según defiende, "hay cosas muchísimo más importantes que hacer en Oviedo antes que esto".

Adela Álvarez no es tan tajante. Ella también piensa "que hay cosas más importantes" que acometer el cambio de denominación de las calles, sobre todo "porque ahora tenemos que volver a aprendernos los nombres y vamos a perdernos a pesar de ser de Oviedo de toda la vida". No obstante, "si es que se trata de algo obligatorio por ley", prefiere que las placas no luzcan nombres de personas relacionadas con la política. "No tiene que haber nombres ni de unos ni de los otros. Lo mejor es que se las dedicaran a personas que han hecho cosas importantes por Oviedo y que no sirvan para generar enfrentamiento entre los vecinos", dice.

Pero también hay vecinos que aplauden la decisión del Ayuntamiento a pies juntillas y que defienden la aplicación de la ley de la Memoria Histórica. "Estoy plenamente de acuerdo con el cambio de nombre de la calle. Todo lo que huela a Franco debería desaparecer de Oviedo", defiende Borja Chichas, que vive en la nueva calle Amparo Pedregal. "No se puede ir por la calle caminando y encontrándote con nombres franquistas en los tiempos que corren. No se puede poner en valor a un dictador ni a los que lo ayudaron a imponerse con las armas", subraya el joven.