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Los expertos afirman que el Arca Santa se hizo en un taller de Toledo en el siglo XI

Una investigación aclara el origen del revestimiento de plata del relicario de la Catedral, que las leyendas sitúan en Jerusalén en el siglo VII

el tesoro de tesoros. MIKI LÓPEZ

María Antonia Martínez sostiene que el Arca Santa se fabricó en Toledo, en un taller cristiano que intentaba emular la maestría de los artesanos de Al Andalus y del Norte de África. Daniel Rico afirma que data del siglo XI. Ambos investigadores, ella de la Universidad de Málaga y él de la Autónoma de Barcelona, han contribuido a reconstruir la historia del relicario ovetense y desvelar sus secretos. Las conclusiones de su investigación sobre las inscripciones cúficas y latinas del Arca Santa se publicarán próximamente en los anales del simposio que hace un par de años coordinó otra colega universitaria, Raquel Alonso, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo.

El origen y la procedencia del Arca Santa son oscuros. El relicario cuenta con dos partes, una de madera y otra de metal, que es en la que se centra el estudio de Martínez y Rico. El alma de madera de la pieza se dice que llegó de Jerusalén, de donde salió en el 614 para salvarla de la invasión persa encabezada por Cosroes II. Los estudios epigráficos de María Antonia Martínez, arabista, y de Daniel Rico, latinista, proyectan nueva luz sobre el revestimiento de plata y las inscripciones que se hicieron sobre él.

María Antonia Martínez Núñez, profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Málaga, ha analizado detenidamente las inscripciones en caracteres cúficos -árabe arcaico- que aparecen en el Arca Santa. Y no sólo esas, también las de las arquetas del obispo ariano y de Santa Eulalia. Sólo de esta última puede decir con absoluta certeza que procede de territorio musulmán. "Está escrita en un árabe correctísimo", comenta. Las otras dos piezas están hechas, en su opinión, "en territorio cristiano, imitando los trabajos de los talleres musulmanes".

"El contenido de la inscripción en árabe del Arca Santa es bastante difícil de desentrañar por el tipo de letra, muy ornamentada pero escrita de forma muy deficiente", según la investigadora. "Está escrita por un artesano cristiano que desconocía la lengua árabe", afirma.

Se trata de varios textos, uno escrito alrededor de la tapa, otros en los laterales y frontal, y siempre se repiten las mismas palabras y expresiones: Dios, en nombre de Dios, bendición de Dios, alegría, bienestar, protección divina para su dueño... Son expresiones recurrentes en el mundo musulmán y el orfebre que las reprodujo, en una imitación muy deficiente, según María Antonia Martínez Núñez, pretendía hacer creer que el objeto que las contenía había salido de un taller andalusí, en la Península Ibérica, o fatimí, en el Norte de África.

Las inscripciones en árabe han sufrido alteraciones a lo largo de los siglos, como ha sucedido con el ensamblaje en el frontal del Arca Santa, que tras alguna reparación dejó de encajar.

En los epígrafes escritos en latín, los que contienen la información sobre la fecha de apertura del Arca Santa y su contenido, los daños y el baile de letras es más evidente.

Daniel Rico, profesor del departamento de Arte y Musicología de la Autónoma de Barcelona y especialista en epigrafía latina, explica que, tras la voladura de la Cámara Santa, al reconstruir el Arca Santa aparecieron letras que estaban ocultas y se creían perdidas.

Ambrosio de Morales en el siglo XVI leyó la inscripción y en sus anotaciones se ha basado Rico para rehacerla. "Hay tres letras mal colocadas y los editores anteriores no se dieron cuenta: RIB, juntas. Creo haber localizado su sitio", comenta el investigador catalán, que se ha enfrentado a la lectura del Arca Santa como a un rompecabezas. También ha observado que las tres últimas líneas de la inscripción son un añadido apresurado para llenar el espacio que quedó libre tras escribir una primera lista de reliquias.

La inscripción en latín del Arca Santa es, según Daniel Rico, "seguramente el documento más antiguo que tenemos sobre él". "Documenta por primera vez el Arca y no hay invención ni leyenda en él", añade. Además, da validez al acta de apertura, porque ambos textos están "casi calcados".

Es un texto excepcional por su extensión, 16 líneas que se leen en espiral, y estéticamente muy atractivo, con muchas letras embutidas. "Tiene una doble función: enumerar las reliquias y evocar la figura de Alfonso VI", indica el epigrafista.

Él sostiene que la apertura del Arca es un hecho histórico y que se llevó a cabo en 1075 , y de ese siglo es la inscripción latina, de lo que Daniel Rico no tiene duda por el tipo de letra utilizada. Es muy posible, según Rico, que incluso el Arca, en la parte exterior, date de ese mismo año.

La arqueta ha sufrido mucho a lo largo de los siglos y fue sometida a pequeñas reparaciones entre los siglos XVII y XVIII. El deterioro de la pieza se debió, en opinión del investigador catalán, "más al abandono que a cualquier otra razón". Y también a un exceso de devoción: cuando Manuel Gómez Moreno recompuso el Arca Santa encontró monedas escondidas entre su estructura. La parte más deteriorada es la más exterior, probablemente por la costumbre de los fieles de tocar los objetos benditos.

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