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De San Pedro de Bárcena a Oviedo

Los orígenes de Casa Conrado son tinetenses, aunque sus dueños pasaron por Madrid y Medina de Rioseco antes de instalarse en la capital

De derecha a izquierda, Manolo de la Cera, Santiago Pérez, alcalde de Tineo, la periodista María Escario, el hostelero Argimiro Antón, Manolo Linares y Rafael Secades, durante la presentación de unas jornadas gastronómicas en Tineo en Casa Conrado. M. LINARES

Hace años tuve la oportunidad de leer un libro muy ameno y agradable, de corte biográfico pero cuya biografía no era de una persona, sino de un ambiente, porque era la biografía de una taberna. Díaz Cañabate nos relataba la vida de la Taberna de Antonio, en la calle Mesón de Paredes (Madrid), en donde, aún hoy, uno puede recrear la historia del local de Antonio Sánchez, el tabernero, pintor y torero, quien salía de su mostrador hacia la plaza, en la adornada calesa, acompañado de sus parroquianos o tertulianos entre los que se podían encontrar a Ignacio Zuloaga, Ortega y Gasset o Manuel de Falla. Esta taberna, cerrada en los años setenta, se volvió a abrir en los ochenta, conservando el ambiente que la convierte en el sagrado santuario de una importante época intelectual de la vida madrileña.

Estos días se ha producido el cierre de dos establecimientos emblemáticos de Oviedo: La Goleta y Casa Conrado. Para mí Casa Conrado era la prolongación de una larga trayectoria que partía del bar el Recreo, en Tineo, abierto por Conrado, quien había llegado de San Pedro de Bárcena y, tras una breve estancia en Madrid, no lejos de la Taberna de Antonio Sánchez, se instaló en Oviedo en la calle Melquíades Alvarez, con el Auto-Bar en el año 1951. Este bar se convirtió en un lugar de cita para las gentes del municipio de Tineo, Salas, Allende y otros lugares del Occidente quienes llegaban en coches de alquiler bien al médico o de gestiones diversas y aquí encontraban el lugar familiar en donde dejar paquetes y recados, comer, o esperar la hora de regreso al hogar. Conrado, junto a Jesusa, su mujer, estaban siempre dispuestos a acoger a los paisanos facilitándoles el "hogar del transeúnte". Yo, que por aquellas fechas estaba en los Dominicos, si necesitaba cualquier cosa me acercaba por el Auto-Bar, en donde me encontraba con gentes del pueblo, quienes me daban noticias o me dejaban algunas pesetas, pero Conrado, con su bonachona personalidad, pronto se fue haciendo una selecta clientela, entre médicos, catedráticos, abogados y empresarios que se acercaban a tomar el aperitivo acompañado de unas buenas tajadas de lacón cocido y cachelos. Estas gentes siempre le acompañarían en sus establecimientos.

Con su acostumbrada inquietud, Conrado abrió en 1958 el Bar Asturias en Medina de Rioseco, carretera vieja hacia Madrid, en donde se convirtió en un ventero o mesonero de bodega, en cuya posada se podía hacer parada y fonda, pero sobre todo un alto en el camino hacia la capital. Allí Jesusa se inició en las especialidades castellanas, sobre todo en asados, que enseguida dominó con su personal aportación. Añorando la vetusta capital, pronto regresaron a Oviedo abriendo el Cervantes, que dejaron, unos años más tarde, para abrir el Conrado. El Conrado no tardó en convertirse en un referente de la cultura y la política ovetense, ahí se organizaron las primeras jornadas gastronómicas de Tineo, se presentaron y editaron libros, se fallaron premios... Era asistente permanente el académico Emilio Alarcos, quien con frecuencia compartía mesa con su amigo Ángel González, Delibes o Camilo José Cela, por citar algunos.

A la buena mesa del Conrado eran asiduos Rafael Fernández y otros presidentes o diputados, además de alcaldes y concejales, periodistas, actores, premios nobeles o Príncipes de Asturias. Igualmente se podía encontrar a Felipe VI como a Maldonado, vecino de Conrado y último presidente de la República. Gabino de Lorenzo se reunía con los miembros de la peña flamenca "Enrique Morente", y al igual que otra muchas peñas y cofradías gastronómicas como la de los Quesos de Asturias, asistían las primeras espadas de las televisiones y las emisoras de gran parte de España y de otros países.

En fin, el Conrado ha sido el gran referente social, cultural y político de los que podemos considerar la etapa de la Transición, un lugar de trato exquisito y que estaba a disposición de cualquier iniciativa. Lástima que los lugares cargados de historia no puedan permanecer para el disfrute y aprendizaje de nuevas generaciones. Tanto el Conrado como La Goleta, ese barco en tierra orientado por la imaginación del inolvidable Chus y dedicado a la gastronomía marinera, han significado mucho en esta ciudad y han prestigiado la gastronomía de Asturias, con esa marinería de abordo que eran Rosa, Ángel Santiago, Falo, Jesús, M. Zuazua, Pepe, Pichy, Olga, Conchita, Luis Azcárate, Saturnino, Peláez, Juan, Pelayo y Dani, bajos los patrones mayores Conrado y Jesusa, Marcelo y finalmente Laura y Javier.

Esperemos que al igual que sucedió con La Taberna de Antonio, esta vuelva a resurgir.

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