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Cómo vivir de forma inteligente

Es necesario ampliar las miras y dejar de ejercer un exceso de control sobre la mente, que muchas veces impide experimentar emociones

Un surfista en plena actividad.

La inteligencia no es únicamente la capacidad de entender o comprender. Verlo únicamente de este modo es aplicar una perspectiva reduccionista. Cuando la vida se construye sobre el éxito, el poder, la riqueza y el triunfo todos tenemos que ser muy inteligentes porque tenemos que ser muy productivos.

El diccionario es una prueba de esta concepción de inteligencia. De las ocho acepciones que recoge, cuatro están relacionadas con facultades cognitivas, dos con el ámbito político y una con la filosofía ("sustancia puramente espiritual") y 1 más con aptitudes ("habilidad, destreza, experiencia"). Si descontamos el concepto filosófico y el de experiencia, en el resto de definiciones, la inteligencia se pone en relación con resultados favorables.

¿Quiere esto decir que cuando estamos confusos, deprimidos, angustiados, cuando no entendemos qué está pasando, cuando todo carece de sentido, cuando la enfermedad nos incapacita, cuando no vemos sino sombras a nuestro alrededor, es que entonces no somos inteligentes?

En los momentos más negros de desesperanza, mientras seguimos vivos, persiste en nosotros vida inteligente. En la confusión, en la angustia, en la inconsciencia, hay vida inteligente. El ser humano, sean cuales sean sus capacidades, sus habilidades, sus destrezas, es una manifestación de inteligencia, de vida inteligente.

¿Han pensado alguna vez que un bebé recién nacido es tremendamente inteligente? Su organismo posee una sabiduría capaz de dirigir todo el proceso de crecimiento y maduración. Quizás el problema estriba en poner el concepto de inteligencia únicamente bajo la idea de control mental, tal como lo hace el diccionario. El poder que hemos otorgado a la mente racional parte de una visión estrecha, negativa y desconfiada de la vida humana, ignora la existencia de una vida inteligente en cada organismo más allá de la intervención del hombre.

Con esa desconfianza sobre la vida, nuestro desarrollo se dirige a capacitarnos para "controlar racionalmente" lo que nos sucede. El dolor, el sufrimiento, la enfermedad, se condenan como muestras de una supuesta incapacidad para "gestionar" lo que experimentamos.

Es importante dar espacio a esa inteligencia del diccionario, pero no para controlar nuestra vida, sino para cuestionar esa ilusión de control.

La inteligencia sirve para conectarnos con la vida tal como sucede en cada momento; dar valor a nuestra experiencia de las cosas; acoger lo que nos llega con curiosidad; escuchar nuestro cuerpo; reconocer el cambio que se produce a cada instante y atrevernos a explorar ¿El qué? Pues la vida inteligente que se da a pesar de nuestro empeño en controlarla. Vive y déjate vivir en paz.

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