Para acceder a los edificios de la Fábrica de Gas y darles uso hay que urbanizar antes la parcela que ocupan, y eso le corresponde a su propietaria, la empresa eléctrica EDP. La Concejalía de Urbanismo, que dirige Ignacio Fernández del Páramo (Somos), no concreta más sobre la responsabilidad que el Ayuntamiento tiene sobre la actual situación del complejo, que sigue cerrado año tras año, con el plan especial del arquitecto César Portela en suspenso y la vegetación adueñándose de él. En cuanto a los dueños del solar, declinan pronunciarse sobre el asunto.

La Concejalía de Urbanismo, a través de un portavoz, califica el de la Fábrica de Gas como un "tema complejo", sobre el que está "interviniendo con prudencia y rigor". Dice tener constancia de que la propiedad ha limpiado el solar en varias ocasiones y asegura que los edificios del municipio "no están amenazados de ruina". Ni hablar de "paralización" del proyecto: lo niega, a pesar de que ha quedado detenido en 2015, tras ser relegado del presupuesto del Ayuntamiento.

"Es necesario acometer las obras de urbanización para que sea posible acceder tanto al edificio municipal como a la marquesina que ha de rehabilitarse y, en general, a todo el conjunto", indican desde Urbanismo, respondiendo por escrito a los requerimientos sobre el futuro del recinto. Explican que "el edificio no cumple con la legislación de accesibilidad. También que "sin urbanización, el eventual uso de estos espacios estaría más que condicionado" y que "la urbanización, aún sin ejecutar, depende de los propietarios". Aún así, el portavoz de la Concejalía aclara que no se está responsabilizando a la compañía que tiene la propiedad de la parcela y que lo que conviene es, más bien, "acompasar los ritmos".

Los vecinos siguen viendo la Fábrica de Gas como "una oportunidad para el barrio", a pesar de que aprecian un abandono cada vez más evidente. Juan García, que preside la Asociación de Vecinos del Antiguo, opina que la "paralización es absoluta, tanto por una parte como por la otra" y "un fracaso político y económico", que atribuye al ex alcalde Gabino de Lorenzo.

García reclama usos culturales, como una escuela de pintura; que se protejan los árboles que crecen en la parcela para hacer un "un pequeño jardincillo" y preservar el gasómetro, para dar testimonio del pasado industrial de la ciudad entre las generaciones más jóvenes.

Manuel Almeida, presidente de la asociación vecinal Oviedo Redondo lamenta "tantos metros cuadrados desperdiciados". Su propuesta es "crear un vivero de empresas, que traigan inversión económica al barrio y a la ciudad, algo cultural, y recuperar alguna zona verde, porque uitando el Campillín ya no quedan en el casco Antiguo". Teme que con el paso del tiempo, los edificios se deterioren hasta el punto de que "la rehabilitación cueste mucho más o no sea viable".