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La reactivación de la arteria central de la ciudad

Uría enseña su mejor fachada

La rehabilitación del edificio de De la Guardia en la esquina con Milicias coincide con el renacer comercial de la zona centro

Una vista de la calle Milicias y el Campo San Francisco desde una ventana de Uría 16. Miki López

Cinco años después de su desalojo por ruina, el edificio de Uría 16 que hace esquina con Milicias Nacionales, una de esas elegantes aportaciones con las que el arquitecto Juan Miguel de la Guardia fue dotando a la calle Uría de una personalidad afrancesada de líneas clásicas y modernidad contenida, vuelve a abrir sus puertas. La hace, además, en un momento en que todo ese cogollo del eje comercial del centro de la ciudad parece encaminarse a una nueva época de bonanza.

En los bajos del propio edificio de Uría 16, justo en la esquina, ultima las obras de reforma la conocida cadena danesa de joyería Pandora, que pretende convertir su tienda en Oviedo en el referente para su marca en la zona norte de España. La semana pasada abría también en Milicias una marca de ropa joven, Brownie, y en la esquina del edificio de la Jirafa, con acceso por la calle Pelayo, también prepara su apertura la firma nacional de ropa masculina Scalpers.

No son los únicos. Según varias fuentes consultadas del sector, Vips estaría cerrando el círculo en torno a esta manzana para dar con el local que acogerá en Oviedo un nuevo Starbucks, la cadena americana de cafeterías que el grupo de Plácido Arango controla en la actualidad en España y Portugal.

El ritmo de apertura y el éxito de las tiendas están todavía por ver. Lo que ya es una realidad es la recuperación del edificio de Juan Miguel de la Guardia después de una rehabilitación complicada. El arquitecto José Baldó, responsable del proyecto, muestra la imponente escalera, con la misma protección que la fachada, muy dañada antes de la obra. Se han repuesto todos los balaustres y el mármol. Ya no conecta, como hizo en su día, este portal con el contiguo, el número 14. No está claro, tampoco, que sea un elemento completamente original del proyecto de De la Guardia. Porque una característica de este edificio fue la reforma, muy agresiva, que sufrió en 1928. Fue entonces cuando la escalera se desplazó de sitio para instalar un ascensor. Y también cuando se añadió una altura más, eliminando la pequeña cúpula con la que De la Guardia había coronado la esquina. Pero quizá una de las intervenciones más discutibles que se realizaron entonces fue la sustitución de todos los miradores originales, acristalados y con carpintería metálica, por otros de obra, muy pesados, para los que la estructura del edificio posiblemente no estuviera preparada.

Fuera ese peso extra o los daños sufridos durante la guerra todavía visibles hoy en los impactos de bala de la fachada y en la bomba que se descubrió entre una de las paredes en esta rehabilitación, explica Baldó que el edificio estaba seriamente dañado cuando se declaró la ruina. En la reforma se descubrió que alguno de los pilares de la esquina, donde se encontraban las dos crujías, había quebrado.

José Martínez-Radío, de Construcciones Emilio Cueto, que ha desarrollado los trabajos, confirma que el edificio, como se vio al hacer la demolición, "estaba al borde del colapso". La necesidad de mantener la fachada y, en especial, la escalera, hizo que la primera fase, la demolición de todo el interior, fuera la de mayor complejidad, obligando a hacer todo el derribo de forma manual.

En la segunda fase de la rehabilitación se ha tratado de devolver al conjunto parte de la unidad que se había perdido con la reforma de 1928, que aparte de la diferencia de estilo había añadido un color diferente a la altura añadida. Ahora todas las alturas (un sótano nuevo que se ha incorporado, planta baja, cuatro plantas y bajo cubierta) están terminadas en los mismos tonos y en la decoración se han repuesto los elementos originales. Una a una, de las piezas deterioradas de las barandillas de hierro se han sacado moldes y se han repuesto. También se han ido arreglando todos los elementos ornamentales de la fachada, algunos muy dañados, y en algunos de los exteriores los canteros han tenido que emplearse a fondo para recomponer y volver a encajar piezas desaparecidas con los años. Se ha utilizado una piedra de tonalidad algo más oscura para diferenciar las piezas originales y en el interior se han repuesto todas las molduras y las piezas de mármol dañadas en todo el portal. Las puertas, a pesar de lo dañadas que estaban, también se han podido salvar.

Inmobiliaria del Pasaje, con la abogada Noelia Cristóbal del Valle al frente, es la que gestiona el edificio y el resto de los colindantes: 12 y 14 de Uría, 4, 6 y 8 de Milicias y 11, 13, 15 y Pasaje de Pelayo. Son todos propiedad de la familia Rodríguez-San Pedro y se ofertan todos en régimen de alquiler. Acabada ahora la rehabilitación de Uría 16, el plan actual, que reinvierte hasta un 40% de los alquileres a rehabilitación, pasa por acabar la de Pelayo 15.

Mientras, la esquina con Milicias, una de las más transitadas de la ciudad y donde muchos guías acaban su ruta junto a la estatua de Woody Allen, se prepara para una nueva vida. Bulliciosa como aquel hotel París que abrió allí mismo en 1898.

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