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El "Quijote" y la Leyenda Negra

La obra de Cervantes no alimenta los tópicos antihispánicos, sino que contribuye a rebajar el descrédito cultural que afectaba a España

El "Quijote" y la Leyenda Negra

En una conferencia en el RIDEA, a la que no pude asistir por encontrarme fuera de Oviedo, el periodista Javier Neira convirtió en punto de partida de su tesis la supuesta utilización de nuestras dos mejores novelas, el "Quijote" y "La Regenta", por parte de la Leyenda Negra. En la publicación por entregas de dicha conferencia en LA NUEVA ESPAÑA esta idea aparecía resaltada en los titulares: los enemigos de España se habían servido del "Quijote" para dar aún más publicidad a la Leyenda Negra.

Me gustaría introducir algunas matizaciones, dado que he sido yo quien ha defendido, en el ámbito de la crítica cervantina, el papel de la interpretación del "Quijote" como sátira de la aristocracia española en el cambio de interpretación que se produce a comienzos del XVIII. Ese cambio resulta esencial para la nueva valoración del "Quijote", pasando de ser una novela meramente burlesca o paródica, infraliteratura según los criterios de la época, a una obra con un contenido satírico de naturaleza moral, lo que le abría el camino para convertirse en una obra clásica. Ese proceso se produce en conexión con un conjunto de factores, cuya explicación requeriría mucho más espacio, y entre los cuales la Leyenda Negra desempeñaría un papel muy reducido.

La interpretación burlesca o paródica del "Quijote", general en el siglo XVII, abocaba a la novela cervantina casi a la irrelevancia, a la pérdida de interés. Frente al tópico del éxito imparable del "Quijote", la realidad es muy distinta: las cifras editoriales en ese siglo son bastante modestas, culminando con treinta años sin ninguna edición en español. Por el contrario, en el siglo XVIII se publican sesenta y cinco ediciones en Francia, cincuenta y tres en Inglaterra, treinta y siete en España, once en Alemania, ocho en Holanda, tres en Irlanda, dos en Rusia, una en Portugal, Austria, Dinamarca y Polonia. Frente al declive editorial en la segunda mitad del XVII, el Siglo de las Luces va a proporcionar un éxito editorial sin precedentes y, sobre todo, el aprecio crítico que no había tenido en el siglo anterior. Esa diferencia tan sorprendente y el notable cambio en la valoración de la obra se producen por una serie de factores. Entre ellos, el más relevante, en mi opinión, sería la consideración satírica propiciada por el jesuita francés René Rapin, quien interpretaba el "Quijote" como una sátira de la aristocracia española.

Puesto que se consideraba el país en el que más tiempo habrían perdurado los valores feudales (por culpa de la larga duración de la guerra de Reconquista), España se convertía a los ojos de los ilustrados en el más notable representante del Antiguo Régimen, es decir, de aquellas concepciones ideológicas que los ilustrados pretendían superar. De manera que, merced a la interpretación de Rapin, el "Quijote" suponía la sátira no ya de las costumbres de una nación, de las conductas de sus habitantes, sino de los valores ideológicos aristocráticos, de origen feudal, presentes todavía, como rémora indeseada, en todas las naciones (en mayor o menor grado).

La Leyenda Negra es el conjunto de estereotipos antihispánicos que circulaba por Europa, principalmente en los siglos XV, XVI y XVII, representando a los españoles como arrogantes, crueles, lujuriosos y avariciosos. Ese conjunto de estereotipos se habría utilizado como propaganda política en conflictos con diferentes naciones. Por supuesto, no debemos olvidar que también circularon prejuicios negativos de los franceses, alemanes, ingleses, italianos, etcétera. La Leyenda Negra habría nacido en Italia a finales de la Edad Media, proyectando contra los catalanes prejuicios relacionados con la actividad comercial y después, por extensión, contra los españoles en general.

Esos prejuicios se reforzarían y se extenderían por Europa por tres causas: la rebelión de los Países Bajos, el protagonismo español en la Contrarreforma, que le oponía a las naciones protestantes, y la ofensiva de Inglaterra y los Países Bajos para introducirse en el comercio con las colonias americanas, cuyo monopolio estaba en manos de España y Portugal.

Cuando España ocupaba una posición hegemónica y se veía enfrentada a un buen número de naciones europeas, la Leyenda Negra se centraba en los supuestos defectos de los españoles (arrogancia, codicia, lujuria, crueldad, astucia, barbarie, fanatismo religioso). En ese momento histórico se concedía gran crédito a los tópicos de los caracteres nacionales, otorgando un enorme peso en su desarrollo al clima, junto con otros factores históricos y étnicos, lo que reforzaba su utilización como instrumentos políticos.

Al perder su posición de dominio político (al menos desde el tratado de Westfalia de 1648), España deja de ser el principal rival de Inglaterra y los Países Bajos, enfrentados ahora con Francia. Y los argumentos de la Leyenda Negra quedan reducidos al atraso de la Inquisición, con sus métodos desprovistos de garantías judiciales, y a la enorme mortandad de nativos producida con la conquista de América. Desde la segunda mitad del siglo XVII, España ya no es relevante en el contexto de las naciones que rigen Europa más que como objetivo teórico (el reto de explicar las causas de la decadencia del imperio, como hace Montesquieu), o para condenar la colonización de América, enfrentando la actitud de "conquista" de los españoles frente a la del "comercio" de las naciones civilizadas europeas (con las connotaciones positivas que el comercio tenía en la época en cuanto que antídoto de la guerra).

Cuando se propaga la interpretación de Rapin del "Quijote" como sátira de la aristocracia española, a partir de 1674, España ya no era la nación poderosa y odiada, ni siquiera para la república neerlandesa, ahora convertida en estrecho aliado, sino un arcaico superviviente de la sociedad medieval. En su decadencia, España simbolizaba la desaparición del "imperio de conquista", sustituido por el "imperio de protección" inglés, que aparecía caracterizado por los propios pensadores ingleses como protestante, comercial, marítimo y libre.

Los intelectuales ilustrados ven en el "Quijote" no la sátira del comportamiento de los españoles, los supuestos defectos que les había echado en cara la Leyenda Negra (arrogancia, codicia, lujuria...), sino la sátira del código del honor, del individualismo aristocrático, que se oponía a su concepción de una sociedad moderna regida por leyes iguales para todos y orientada hacia el bien común (frente a las aspiraciones aristocráticas de fama y honra).

Cervantes, pues, no alimentó la Leyenda Negra. Al contrario, el renombre adquirido por su novela contribuyó a rebajar el descrédito cultural que había ido afectando a España desde mediados del XVII.

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