Se conocieron entre libros hace medio siglo y se reencontraron ayer con un maratón de besos y abrazos en el patio del que fue su centro de estudios, el edificio histórico de la Universidad de Oviedo, donde cursaron los estudios de Filosofía y Letras entre 1962 y 1967. "Hace cincuenta años que terminamos aquí la carrera, esta fue nuestra Universidad", recordó ayer con nostalgia Rafael García, que además de un futuro y una profesión, encontró el amor en la antigua facultad. "Nuestras bodas de oro son en septiembre", comentó su mujer, Dolores Vijande: "Nos conocimos en primero de Filología Románica y seguimos juntos hasta ahora".

A escasos metros, un grupo de antiguos compañeros de clase compartía sonrisas y anécdotas. "Nos estamos reconociendo y tratando de adivinar quién es quién", dijo con una sonrisa Lucía Caunedo, que ha desarrollado su carrera profesional en Avilés. Pero no todos los que asistieron a la reunión se quedaron en Asturias. La carrera en la docencia de Elena Barroso la llevó a las universidades de Ciudad Real y Vitoria antes de establecerse en la de Sevilla, donde aún vive acompañada de su familia. La ovetense visita, no obstante, con regularidad su tierra natal: "Tengo aquí una hermana y vengo siempre que puedo, que suele ser cada dos años como mucho". Elena Barroso añade que tenía intención de volver tras jubilarse pero descartó la idea. "Tengo allí a la familia. ¿Cómo vuelve uno dejando allí las nietas y todo?", explicó mientras sus compañeros de carrera asentían con la cabeza en señal de comprensión.

Los antiguos alumnos visitaron el edificio histórico de la Universidad de Oviedo, sus antiguas aulas, y celebraron también un pequeño acto en una de las salas. En la ruta participó también Tere González, que viajó desde Australia para unirse al grupo. "Me casé con un australiano y me fui para allá en 1972, vivo en Melbourne", explicó la filóloga que pasa los veranos en Tapia de Casariego y se acerca siempre que puede a Oviedo, su ciudad natal. "Me acuerdo mucho de Emilio Alarcos como figura de la enseñanza", resaltó rememorando sus años universitarios para comentar luego que cuando llegó a Australia le preguntaron si había tenido como profesor al lingüista, que ya era "conocido en el mundo entero". Su maestro le escribió, de hecho, una carta de recomendación que la ayudó a iniciar una carrera que comenzó en la enseñanza y continuó en el consulado. Por eso ha conocido a buena parte de los inmigrantes españoles. Señaló, además, que "ahora hay muchos jóvenes buscando trabajo allí".

La jornada finalizó con una comida cargada de anécdotas sobre las horas de estudio en la biblioteca, cómo la cercana confitería Rialto ha mantenido su estética a lo largo de los últimos 50 años y un buen número de historias personales que compartir.