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Crítica / Música

Arrollador Ray Chen

Arrollador Ray Chen

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), bajo dirección de Víctor Pablo Pérez, celebró esta semana uno de los conciertos más vibrantes de su temporada, con el debut en Asturias de Ray Chen, como solista del "Concierto para violín" de Mendelssohn. El joven violinista de Taiwán -aunque criado en Australia- deslumbra al público de todo el mundo tras su paso por concursos internacionales. Se trata de un joven prodigio del violín con una energía que desborda el escenario y un dominio técnico incuestionable. Chen es un intérprete fascinante. Así lo apreciamos en el concierto de Mendelssohn, que ya ha grabado con la Sinfónica de la Radio Sueca con Daniel Harding al frente. Pocas veces escuchamos a músicos capaces de extraer todo el aliento emocional de cada frase musical, como hizo Chen con el sonido pleno de su violín Stradivarius Joachim de 1715. Chen domina esa garra interpretativa también para los momentos más líricos, incluso en diálogo o apoyo con la orquesta, para escuchar todos los planos y detalles de la obra, en una labor concertante que hay que subrayar, de la mano de Víctor Pablo, a pesar de algunos desajustes en el vertiginoso final.

Hay que celebrar la programación en el mismo concierto de una de las sinfonías del compositor Ramón Garay (Avilés, 1761-Jaén, 1863), cuya recuperación se inició ya en 1996 con la publicación de la edición crítica de parte de sus diez sinfonías, escritas a partir de 1790, por parte del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, que completó el Catedrático de Musicología de Jaén, Pedro Jiménez Cavallé. Una vez completada la edición, vio la luz su registro sonoro bajo dirección de José Luis Temes, Premio Nacional de Música, con la Orquesta de Córdoba (Verso, BBVA, 2011). Recuerdo que en la presentación de este trabajo se lamentó la falta de difusión de la obra de Garay por parte de las orquestas asturianas, aparte de la interpretación por aquellos años de su "Sinfonía nº 8 en do mayor" por la Orquesta Julián Orbón que dirigía Chema Martínez en la Semana de Música Religiosa de Avilés. Esto, teniendo en cuenta que ya grupos como la Orquesta Barroca de Sevilla, de Cámara de Israel o el Concerto Brandemburg de Berlín habían tenido a Garay en sus atriles.

Con todo, es hora ya de escuchar en plazas como el Auditorio ovetense la obra sinfónica de Garay, quien "contribuyó a la difusión de las formas clásicas en nuestra música instrumental y al no muy abundante sinfonismo hispánico de la época, en un contexto que solía primar la música vocal", como valoraba la musicóloga María Sanhuesa en las notas al programa. Esto, tras dos décadas de las primeras noticias del compositor, debidas al canónigo Raúl Arias, que fue archivero de la Catedral de Oviedo, y al cronista avilesino Justo Ureña. Así, el jueves en Avilés y el viernes en Oviedo recobró vida la "Sinfonía nº 9 en mi bemol mayor" de Garay, con lo que renovamos el recuerdo de este clásico -que fue durante 36 años Maestro de capilla de la Catedral de Jaén-, desde que en 2008 sonara en el mismo escenario ovetense su ópera, "Compendio sucinto de la Revolución española", en versión de concierto.

Esto sería valioso teniendo en cuenta la inventiva melódica, tan vivaz, de Garay, como escuchamos en su "Novena Sinfonía", en los violines y clarinetes, en una instrumentación influida por Mozart. El movimiento "Andantino" destacó por su lirismo y carácter en la interpretación de la OSPA, de sonido impecable además en el siguiente minué, con su parte central contrastante. También hay que destacar la "Sinfonía nº 4" de Schumann, con Víctor Pablo al frente de una lectura profunda, en la evolución de una sinfonía de original factura, que chocó en su estreno de 1841, lo que condujo a la revisión de la obra, por parte de Schumann, una década más tarde. En su "Cuarta", Schumann extendió las innovaciones de Beethoven en este género de obras, bajo una idea de unidad y continuidad que en la versión de la OSPA no decayó en ningún momento, con detalles a subrayar en el segundo y tercer movimientos, y sobre todo con una fuerza de desarrollo que traspasó el escenario con tintes de nostalgia. Con todos estos ingredientes, sin duda esta fue una de las veladas imprescindibles de la temporada presente de la OSPA.

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