Rafael José Saráchaga, un sacerdote tan brillante como discreto, y de una gran talla intelectual, falleció ayer en la casa sacerdotal a la edad de 83 años. Pertenecía a una conocida familia ovetense. Bilbaíno de nacimiento, llegó a los 12 años a Tudela Veguín, donde su padre, ingeniero industrial, trabajaba en la fábrica cementera de la familia Masaveu.

Hoy, a las doce horas, se celebrará su funeral de cuerpo presente en la iglesia parroquial de San Francisco de Asís, de la que fue coadjutor durante cuatro años. La enfermedad lo apartó al final del año pasado de este magisterio. En su haber, entre otras muchas cosas, tienen la reconversión de trescientos protestantes.

Por la "iglesia redonda" pasó literalmente de puntillas, como hizo primero en el Seminario de Oviedo y después en el de Burgos, en el que se especializó en misiones extranjeras, y más tarde en Maastricht (Holanda), adonde se desplazó para ampliar su formación. "Como siempre quiso saber más, se marchó a la localidad alemana de Colonia, en la que concluyó sus estudios de Teología", detallaba ayer su hermano Alberto.

Tras este largo periodo de intensa formación, que incluyó un doctorado en Derecho Canónico en la Universidad de Pamplona, fue destinado a Suecia, país en el que vivió durante veinticinco años. Su largo periplo europeo le permitió también hablar seis idiomas.

En los año noventa regresa a Oviedo, como coadjutor de la parroquia de San Julián de los Prados. Tras un breve periodo de tiempo, el Papa Juan Pablo II le encomienda levantar un templo en la localidad valenciana de Oliva. El proyecto se frustró al mezclarse la política con la especulación urbanística. Al final regresó a Oviedo.