La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los veranos del fundador de Pumarín

La colonia estival de la localidad llanisca de Barro, impulsada por el párroco Manuel Fernández en 1965, es desde entonces un referente para los niños del barrio ovetense

Estado actual de la panera

Si hay un elemento que dio vida a la parroquia, ese fue la colonia infantil de Barro". Así de rotundos se muestran representantes de las diferentes generaciones que disfrutaron de la iniciativa pionera creada por el que fuera párroco de Pumarín entre 1957 y 1997, Manuel Fernández. Una actividad que más de medio siglo después sigue vigente y que muchos apuntan como el mayor legado de "Donma".

Nadie mejor para recordar el éxito del que en su día fuese uno de los campamentos más concurridos de Asturias que quienes lo disfrutaron y organizaron. Para ello, LA NUEVA ESPAÑA ha reunido a exmonitores, excocineros y exalumnos de la catequesis que tienen en común que jamás olvidarán las lecciones y vivencias compartidas con el religioso.

Manuel Fernández llegó a Pumarín en 1957 para crear una parroquia que entonces no existía y actualmente cuenta con una gran vida diaria. Tras un primer periodo dedicado en cuerpo y alma a levantar "con sus propias manos", como dijo el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, la iglesia de San José, los años 60 supusieron el inicio del despegue total de la comunidad religiosa.

Fue precisamente en 1960 cuando se empezó a fraguar el germen de la colonia. Nada más terminar el curso de catequesis de aquel año, unos seminaristas propusieron hacer un campamento con dos tiendas de campaña en Pola de Laviana. La experiencia piloto duró ocho días y el interés y entusiasmo que despertó entre los niños llevó al religioso a darle vueltas a la cabeza para repetir la experiencia.

A partir de entonces comenzó una búsqueda sin descanso de un espacio para establecer un campamento regular de la parroquia. La llegada en 1964 de Eduardo Berbes como coadjutor supuso un gran apoyo para intensificar el sondeo de espacios para la colonia. El primer intento fue establecerla en Muros del Nalón, luego se barajó Soto de Luiña, el Cabo Peñas o Bañugues, donde se llegó a adquirir una propiedad.

Sin embargo, el sondeo no daría sus frutos hasta llegar a Llanes. Unos primeros intentos fallidos de instalarse en Pendueles, donde se les pidió diez millones de pesetas por unos terrenos, Pría o Cue dieron paso a la localización de un espacio en Barro que en 1965 acogió el primer campamento que pervive hasta hoy tras más de medio siglo.

Primero se alquiló una casa, luego se construyó un prefabricado y en un par de años se ampliaron las instalaciones con una hermosa panera que sigue siendo un emblema de unas temporadas que llegaron a reunir cuatro tandas de 80 y 90 niños y jóvenes durante algunos veranos. "Esto demuestra que fueron miles las personas que por allí pasaron", explica la que fuera cocinera de la colonia durante muchos años Cuqui González. "Muchos platos fregué sin lavavajillas", sostiene la voluntaria.

Sobre los motivos que llevaron a Donma a poner en marcha el campamento, sus allegados aseguran que son varios, pero muy justificados. La frustración de nunca haber sido agraciado para participar en la colonia escolar infantil de la Universidad, las miles de pesetas que se gastaban en excursiones de un día y la necesidad de buscar una fórmula que retuviese a los niños en la catequesis más allá de la primera comunión hicieron el resto. "Fue una oportunidad única para muchos que carecían de vacaciones", señala la exmonitora Cris Villanueva, mientras que Belén y Margarita Fernández, sobrinas de Don Manuel, reivindican el valor del campamento en la época. "Lo que hizo en aquellos años es digno de un emprendedor y visionario", defienden las sobrinas.

El secreto de tanto éxito no era otro que el dinamismo de una actividad diaria que no daba tregua ni espacio al aburrimiento. Desde los comienzos, los niños madrugaban para hacer las obligaciones correspondientes.

Una vez cumplidos los deberes diarios se daba a paso a actividades de todo tipo. "Acabábamos exhaustos de tanto movimiento", recuerda Raúl Fernández, quien fuera el niño más joven a sus cinco años en participar en la colonia. "Fui una excepción porque sólo iban los de entre 7 y 14 años, pero me lo pasé en grande", cuenta un ya adulto que en aquellos años no se separaba del sacerdote en la playa.

Un estilo de campamento que todavía hoy pervive, veinte años después de que Don Manuel pasase el testigo de la parroquia a José María Lorenzo. "La colonia de Barro fue sin duda el legado que le provocó más orgullo y alegría", señaló el sacerdote durante el funeral con el que la parroquia lo despidió a comienzos de este mes.

Sin embargo, el campamento no fue sólo un lugar en el que pasarlo bien, sino un punto en el que además de inculcarse valores como la amistad o el trabajo en equipo, se aprendían muchas cosas. "Muchos fueron los que allí aprendieron a hacer la cama", relata el exmonitor José Enrique Suárez.

Sobre las vivencias del propio párroco durante los más de 30 años en los que pasó grandes temporadas en Barro rodeado de niños y jóvenes, existen frases suyas que lo resumen a la perfección. "Dios quiera que a la hora de mi muerte me encuentre con tantos ángeles como meadas, cagadas y vomitadas limpié", episodios a pesar de los cuales, siempre señaló que le hicieron feliz.

Entre las anécdotas que siempre recordaba tiene un lugar privilegiado el día en el que el Arzobispo Gabino Díaz Merchán deposito un aval de un millón de pesetas en el banco para construir la famosa panera de la colonia. "Siempre decía que cuando se lo comunicó se le llenaron los ojos de agua", indican.

Esfuerzos todos ellos que no fueron vanos, ya que la gran vinculación de la parroquia con los jóvenes llevó a que en algunas etapas llegase a haber 20 monaguillos. Ayudantes que no escatimaban en horas de preparación y ensayos de ceremonias que no dudaban en renunciar a fiestas para cumplir con el párroco que permitió a muchos niños de escasos recursos disponer de vacaciones de verano.

Compartir el artículo

stats