"No sé vivir sin rezar oraciones". Así explicó ayer la actriz y popular presentadora madrileña Pilar Soto el importante cambio que produjo en su vida su conversión en franciscana. Un proceso que tuvo como punto de partida el momento en que estuvo al borde de la muerte por una bulimia y que ayer contó con todo detalle a los feligreses de la parroquia de San Juan el Real de Oviedo, que llenaron casi todos los bancos de la basílica para recibir a la famosa invitada, que destacó cómo renunció a una vida de lujos por otra totalmente entregada a Dios.

"Pasé de lujos como celebrar la Nochevieja en Mónaco a recibir el año nuevo con la Virgen de Fátima", explicó Soto, de 37 años, que recordó que antes de cumplir los veinte lo tenía todo para triunfar. "Tenía tres años de conservatorio, matrícula de honor en Derecho y dotes para el arte dramático", destacó. Sin embargo, los buenos comienzos se tornaron en malos tragos tras lograr triunfar en la televisión con programas como el "Grand Prix" de TVE o la teleserie "Al salir de clase". "Me rompí, siendo muy joven", subrayó la mujer que a comienzos de los años 2000 coqueteó con la muerte. "Tuve bulimia y me ingresaron ochenta y tantas veces en un año", rememoró con emoción.

Su encuentro con Dios no tuvo lugar sin embargo hasta que vio la muerte a un paso. "Me encontré con Jesús muerto en la cruz, mas le pedí perdón y que me permitiera vivir para demostrarle lo equivocada que estaba", contó sobre lo que a partir de ahí le llevó a visitar la iglesia de su barrio y vivir con intensidad la fe. "Me invitaron a pasar unos días en un convento de Toledo y estuve un mes en el que descubrí a San Francisco de Asís", apuntó.

Ya recuperada y tras volver a trabajar en los medios de comunicación, asegura que ha aprendido a vivir de otra manera. "Amar al prójimo y perdonar son motivos de sobra para vivir", apostilló.